viernes, agosto 26, 2005

Cuando calienta el Sol...

Hay quien decide poner alcohol de por medio, cuarenta metros de caida libre o simplemente tirar de gillettes. Yo vengo aquí. A la playa. Es lo único que parece funcionar estos días para capear la depresión y resulta mucho menos expeditivo. No soy un tipo con tendencia a la depresión, no me malinterpreten (tengo mis bajones, es cierto, pero quién no los tiene con la que está cayendo), a lo sumo me entra el bajón melancólico-metafísico y me da por ponerme a escribir pero es que con este solazo, en pleno mes de agosto, lo suyo es acercarse a la costa, pedirse una cervecita bien fría y, a recaudo de una buena sombra de chiringuito, estudiar relajadamente la fauna autóctona. Por lo general no acostumbro a permanecer más de cinco minutos sin la necesidad imperiosa de llevarme la jarra a los labios, en parte para saborear mi cerveza y en parte para ocultar la sonrisa (cuando no la carcajada) que la visión de determinados fenómenos evolutivos de la especie (querido Darwin; ¡A otro perro con ese hueso de "la selección natural"!) a menudo consiguen provocarme. Ustedes qué opinan.

martes, agosto 23, 2005

Momentos y sueños


" [...] El futuro lo desconozco. El pasado ya no lo tengo. Me pesa el uno como la posibilidad de todo y el otro como la realidad de nada. No tengo esperanzas ni saudades. Sabiendo lo que ha sido mi vida hasta hoy- tantas veces y hasta tal punto lo contrario de lo que yo hubiera deseado-,¿qué puedo presumir que sea mi vida mañana sino aquello que no presumo que sea, lo que no quiero, lo que me sucede desde fuera, incluso a través de mi propia voluntad? No tengo nada en mi pasado que recuerde con el deseo inútil de repetirlo. Nunca fui otra cosa sino un vestigio y un simulacro de mí mismo. Mi pasado es todo aquello que no conseguí ser. [...]"

Fernando Pessoa. Libro del desasosiego.





"Suele decirse, y con razón, que los recuerdos no pueblan vuestra soledad, sino que la hacen más grande."

G. Flaubert, Correspondance.








Hoy he soñado contigo; a veces lo hago. Supongo que aquello que la vigilia sepulta bajo toneladas de sentido común los sueños se encargan de rescatarlo, como si de un hallazgo casual se tratara, una joya con poco lustre o un vestido que aún admite arreglos. Han pasado muchos años, demasiados para conseguir entender el por qué de tus brumosas visitas, pero ahí sigues contra todo pronóstico, alguna noche que otra, obstinada como una de esas viejas puertas henchidas por la humedad que no consienten en cerrarse del todo. A veces pienso en tí y me pregunto qué habrá sido de todos aquellos proyectos tan tuyos, de aquel empaque resuelto, de tu alegría infinita y el coraje con que arrollabas el mundo, tan pequeño entonces. Hay días que cierro los ojos y casi consigo oírte reír, y vuelven todos tus besos, y las lágrimas, que también las hubieron; momentos en que casi me parece oler tu perfume y me giro buscándote con absurda y febril urgencia, listo para improvisar una escena ensayada cientos de veces , ejecutada con maestría en mi imaginación, en el mismo escenario en que me miras y sonríes y me aseguras que la vida te ha tratado bien. No hay reproches en mis sueños, solo encuentros y esa sonrisa tuya que siempre encerrará el enigma de los días que no nos dimos.

lunes, agosto 22, 2005

En buenas manos



"Un dirigente etarra cursó una carrera mientras estaba huido".

El titular pertenece a la vanguardia de hoy (Pág. 10). Pa cagarse. Al parecer, la joyita de la casa, que resultó ser, por aquel entonces, el número tres de la banda, pudo acabar la carrera de periodismo mientras se encontraba huido de la justicia, motivo este ( tocate las Bauers) que ha despertado el interés de la Fiscalía General del Estado (si no lo despierta esto apaga y vámonos) que ha decidido abrir una investigación. El susodicho huyó en 1992 sin haber acabado la carrera de periodismo, pero lejos de achantarse (con un par, Patxi), el tío va y se matrícula en el curso 1992-1993 de las tres asignaturas que le quedaban, aprobando una de ellas con matrícula de honor (justo la que requería un gran número de prácticas). El tío, que debió de pillarle el gustillo a esto de sacarse carreras bajo presión, con la UAP española y los Rangers de Parla pisandole los talones, va y se matricula en la facultad de Filología Geografía e Historia(¡Es que soy de Bilbao, oyes!). Zorion Zamacola, que así se llama el mozalbete (lo juro) actualmente se encuentra preso en una carcel francesa (Bois d' Arcay), menos mal, porque si no lo paran igual se presentaba a las elecciones nacionales, las gana y aqui no se entera ni Dios. Y es que da gusto comprobar cómo los servicios de inteligencia patrios gozan de una vitalidad y un saber hacer ("saber estar" lo que se dice estar... no están, pa que nos vamos a engañar) que resultan la envidia del extranjero.

domingo, agosto 21, 2005

Hollidays & coffee


Está claro, ¿no? Aquí andamos dando cuenta de los ocho días de vacaciones que me restan por disfrutar, los últimos de agosto. Frente al ordenador, los cines, mis libros o a un buen café (¡Cielo Santo, mi reino por un buen café!), los días transcurren con la misma inercia indiferente. Me esfuerzo por saborearlos sin prisas, ahora que no las tengo, recogiendo esos pellizcos de eternidad que se esconden tras las cortinas de la rutina y que, intuyo, son la única felicidad que nos es dado conocer en este mundo. El café. No sé por qué, ahora mismo mi vida (esa extraña sucesión de majaderías absurdas que acabarán con mis cenizas en una hurna y esta última...¡Cielos! ¿Quién se hará cargo de esta hurna? tomar nota: reflexionar y blogear sobre el destino de mis cenizas) está atravesando una curiosa fase que se obstina en orbitar en torno a dicho manjar de dioses. Es curioso, ahora que lo pienso nunca me ha gustado el café. Debe ser uno de esos convencionalismos sociales a los que nos aferramos incomprensiblemente y a los que al final acabas por aficionarte, algo así como las reuniones familiares; uno entra en un bar, se acerca a la barra y, casi automáticamente pide un café. Yo creo que en algún lóbulo cerebral se esconde un amasijo de neuronas cuyo cometido es obligarte a decir "un cortao" cuando en realidad sólo pretendes preguntar por el lavabo. Es instintivo, da igual la mierda que te sirvan, tú te lo tomas y en paz. Los matices aparecen luego cuando, por ejemplo, tras un año entero de consumir fregado de platos, un buen día alguien te planta ante los morros un verdadero café. Yo mismo he pasado un año entero consumiendo deyecciones de gaviota con leche natural, cada mañana, durante todo un año. Lo juro. En un restaurante griego que se encuentraa escasos metros del trabajo. Entro, sé que van a ser deyecciones de gaviota, pero las pido y me las tomo. Hay que joderse. El problema, como decía, aparece cuando de los ñordos de gaviota, te pasas a la ambrosía de los cafetales celestiales. Mi último descubrimiento: "Los Frapuchinos". Háganme caso, acérquense al Starbucks coffee más cercano que tengan, pidan un frapuchino con base de café y aroma de vainilla. El tamaño mediano bastará para saciarlos. Si lo aderezan con un pedazo de tarta de queso y fresas bañado en caramelo de fresa es probable que alcancen un orgasmo (¿Cómo coño creen que lo hizo Meg Ryan en la película "Cuando Harry encontró a Sally"), vamos, lo más parecido al cielo que en un establecimiento pueda ofrecerse por un par de euros. Palabrita.

sábado, agosto 13, 2005

El mechero de Brando




"We must kill them. We must incinerate them. Pig after pig. Cow after cow. Village after village. Army after army...."

Ocurrió hace un par de días, tal vez tres. Nada serio, aunque pudo haberlo sido. Una especie de perturbado se coló en el tren y se dedicó durante todo el trayecto a lanzar improperios y a proferir la más virulenta diatriba que contra los pobres y somnolientos viajeros dirgirse pueda. Pedía fuego a todo el mundo con un tono de interrogatorio pendenciero seguramente aprendido en sus muchas horas de vigilia televisiva en el sanatorio de donde jamás debió haber salido. Exigía un encendedor con el que prender una especie de canuto chusco y desproporcionado que exhibía con la misma insolencia con que porfiaba. Lucía, además, el aspecto propio de los turistas de chancleta y riñonera con los que acostumbramos a compartir asiento en los vagones estos días: con la cabeza completamente afeitada, camisa de manga corta desabrochada para que todos pudiésemos contemplar aquel prodigioso abdomen de zampabollos compulsivo; unos pantalones de deporte ceñiditos hasta donde el decoro de un demente dice basta, y unas monísimas chanclas de maruja playera. ¿Tienes fuego?, me pregunta. Dedico apenas unos segundos para meditar si merece la pena aclararle aquello de que en un transporte público no está permitido fumar, pero el instinto o la providencia divina me obligan a contestar simplemente que no fumo. El tío retrocede un paso torciendo el gesto y exhalando violentamente una bocanada de aire (rollo "se me están hinchando los cojones"), da media vuelta y mirando al techo exclama: ¡Me están vacilando!, ¡Encima me están vacilando! Huelga decir que para entonces (antes de que continuara con no sé qué de Franco) un servidor ya sabía que aquella calva reluciente no llevaba nadie a los mandos. Empezamos a intercambiar, los allí presentes, miradas de desconcierto y alguna que otra sonrisa mal contenida. El interfecto coje aire y repite la operación con el resto de pasajeros, siempre igual: él pide, nosotros negamos o nos encogemos de hombros y él arremete con sus vesánicas salidas de tono. Desapareció tal como vino no sin antes repetir el numerito tres o cuatro veces, cada vez que aparecía por las portezuelas que comunican los vagones y de las que se servía para atormentar a todo el tren. Los revisores y los seguratas bien gracias (otro día les dedicamos unas líneas y un recuerdo para su puta madre).
El caso es que esa misma mañana los periódicos se desayunaban con imágenes de un sujeto que parecía el clon caducao del tipo del puñetero mechero. El abuelo ese que trató de disolver por su cuenta, pistola en mano (con un par de huevos y deditos de frente, escasos) una manifestación en Roquetas de Mar, donde, al parecer, unos guadias civiles con vocación y armamento de"ninja de mercadillo" se cargaron a un pobre hombre en el cuartelillo. No he podido evitar evocar aquellas palabras de Kurtz en "Apocalipsis now": ¡El horror! ¡El horror! No he podido evitarlo, digo, porque como el Kurtz de Brando eran aquellos tios, aquellas réplicas baratas y trasnochadas con las que me había tropezado dos veces el mismo día. Pude recordar entonces unas palabras del mismísimo Brando que, como por ensalmo, parecieron revelárseme para acabar de digerir los acontecimientos recientes: "Todo pasa. Nada dura más que un rato. Si aprendes esto, la vida se hace más fácil". Gracias Marlon.

sábado, agosto 06, 2005

El Viaje Vertical



Premio internacional de novela Rómulo Gallegos en su XII edición (2001). "El viaje vertical" es "el viaje sin retorno, la odisea rectilínea y sin Ítaca que transforma a un individuo que ya no regresa a casa". El septuagenario Federico Mayol se ve obigado a abandonar el domicilio conyugal tras la celebración de sus bodas de oro. Acuciado por el rechazo de su mujer y el hastío de una realidad que no ofrece salidas, Mayol emprenderá un viaje iniciático a través de Portugal que concluye, junto a su frustración cultural, en la isla de Madeira.
Sencillamente imprescindible para cualquier adicto al autor. A destacar conceptos tales como "puerto metafísico", "la Atlántida" o la consabida alusión permanente a otras obras y autores que ya es marca de la casa,"Bouvard y Pècuchet" de Gustave Flaubert, entre otros.

ENRIQUE VILA-MATAS
BIOGRAFÍA:



"Enrique Vila-Matas nació en Barcelona en 1948. En el 68 se fue a vivir a París, autoexiliado del gobierno de Franco y buscando mayor libertad creativa. El apartamento donde se instaló se lo alquiló la escritora Marguerite Duras. Durante estos años subsistió realizando pequeños trabajos como periodista para la revista "Fotogramas", e incluso colaboró como figurante en una película de James Bond.
Se hizo escritor tratando de imitar a otro autor, que consideraba raro "del que no había leído una sola línea pero del que conocía en detalle todas sus rarezas, el polaco Witold Gombrowicz". Cuando finalmente leyó a Gombrowicz "pude advertir que no me parecía en nada a él, y descubrí de paso que había desarrollado una voz propia y singular".
Vila-Matas publicó su primer libro: "La asesina ilustrada" en 1977, desde entonces no ha dejado de escribir quizás porque, según ha dicho él mismo, “escribir es corregir la vida, es la única cosa que nos protege de las heridas y los golpes que da la vida.”
Con la publicación de su "Historia abreviada de la literatura portátil" comenzó a ser reconocido y admirado en el ámbito internacional, especialmente en los países latinoamericanos y en Portugal.
Sus obras son mezcla de ensayo, crónica periodística y novela. Su literatura, fragmentaria e irónica, diluye los límites de la ficción y la realidad.
Rodrigo Fresán escribió que “una forma más tonta que extraña de definir a Vila-Matas sería afirmar que se trata del más argentino de los escritores españoles. Después de todo, allí están la manía referencial y el siempre dúctil aparato enciclopédico, el humor en serio, los juegos metaficcionales donde el autor es siempre protagonista, las apelaciones cómplices a su lector, y el tránsito cosmopolita, constante y sin compromiso, por las bibliotecas y las ciudades”.
Ha desarrollado una amplia obra narrativa que se inicia en 1973 y que hasta la fecha ha sido traducida a nueve idiomas. Actualmente es uno de los narradores españoles más elogiados por la crítica nacional e internacional, aunque los premios y el reconocimiento en España le han llegado tardíamente. "(texto extraído integramente de aqui)