lunes, julio 31, 2006

Sin pies ni cabeza

A veces nuestros pasos no obedecen ningún criterio que no sea simplemente aleatorio. Sales a la calle y no decides. Ni siquiera te esfuerzas por recordar quien eres porque recordar es aceptar las consecuencias de haber tomado la pastilla azul (¿o era la roja?). Hoy ha sido uno de esos días. Podía haber acabado sentado junto a Annie, bajo el andamiaje de la fachada del juzgado, ofrecerle algún cigarrillo o un croasant y ver cómo esboza esa sonrisa de esfinge desdentada que nunca consigo descifrar. A veces creo que es agradecimiento pero sospecho que en el fondo se ríe de mí: ella sabe que yo soy el más pobre de los dos. Podría haber acabado escribiendo en mi cuaderno, en cualquier bar, siempre en la mesa del fondo. O en los brazos de una prostituta que tubiera a bien quererme y escucharme por la tarifa básica, no estoy para especiales. Amor eterno e incondicional, la atención que desdeñan los héroes y tan bien acogen los perdedores. Podría haber acabado en cualquier sitio.
Al salir del juzgado he coincidido con Carrie y me he dejado llevar. ¿Qué dirección tomas?, yo voy por aquí. te acompaño. La he dejado agitando su melena al ritmo que marca su corazón. Cruzando la calle y dejándome allí, de pie. Sólo de nuevo. Pastilla roja, pastilla azul. Me he despedido de las caderas y la melena de Carrie y he dejado que mis pies pensaran por mi cabeza. He acabado en un Bingo (Digamos que tengo unos pies muy raros). Bromeando con la chica de la entrada, jugueteando con mi carnet entre sus dedos de azafata del "Un , Dos, Tres" mientras seguía preguntándome qué coño hacía yo allí. ¿Ha venido alguna vez a este bingo? NO. Bueno, creo que una vez, pero hace muchos años, tal vez 15. Ha vuelto a levantar la vista, supongo que para echar un cálculo rápido de mi edad ( no sé si satisfago sus expectativas). Entro, escojo una mesa cualquiera y hago un gesto al camarero. Una cerveza. Ha sido extraño. Tres bingos, dos líneas. Una cincuentona de buen ver que me pasaba los cartones con una sonrisa esceptica. Este no vuelve, parecía pensar. O ¿qué carajo se le ha perdido en este nido de ludópatas jubilados? Pido otra cerveza. Noto como el alcohol sube y golpea fuerte, como si envolvieran mi cerebro con tres capas de papel de burbujitas y un ejército de enanitos con síndrome bipolar se divirtieran haciéndolas estallar entre sus diminutos y jodidos dedos. decido llenar el estómago con algo sólido y pido el menu especial de la casa. Creo pronunciar la palabra pollo pero tal vez el alcohol o el oído duro del camarero (mucha ruta del bacalao a sus espaldas) acaban materializando en mi plato un filete de algo parecido al pescado y que al masticarlo sabe a poliespan. Con patatas y salsita, eso sí. Intercambio un par de mensajes con Carrie; esto tengo que contárselo a alguien. Nos divertimos un poco a mi costa. Llama y quedamos en vernos de nuevo para echar un café. Vuelvo a tener ante mí su sonrisa. Agradezco tener el pescado de poliespan en el estomago, menos enanitos en la cabeza y unos pies tan impredecibles.

viernes, julio 28, 2006

La frase

"Hace seis años mi vida era una primavera que empezaba tarde."
Es una frase hermosa. La leí en un blog maravilloso que recién he descubierto como se descubren las cosas más hermosas: por casualidad. La ví y decidí hacerla mía llevándomela sin que me viera nadie, sin pedirle permiso a su dueño, que a estas alturas la debe andar buscando por todos los rincones de ese blog suyo tan lindo y tan bien dispuesto. Me pregunto que acontecimiento hizo que ese tio dejara de llegar a tiempo a sus primaveras. ¿No es lo mismo que decir que su vida era un invierno que nunca terminaba? Botella medio llena, botella medio vacia. Una frase preciosa, en todo caso. ¿Por qué no se me ocurrirán a mí frases como esas?

miércoles, julio 26, 2006

"The Spanish Apartment"



La noche anterior me he desvelado por razones que ya he explicado y curioseando por la red he dado con un blog a cuyo propietario le gusta, entre otras, esta película. Me ha llamado la atención el título, teniendo en cuenta que la chica era australiana (qué coño verá aquella gente allí, en las antípodas) y que no me sonaba para nada un título así, he decidido explorar un poco más y hete aquí que se trata de una película francesa del 2002 que aquí conocimos como "casa de locos" y que originalmente se llamó "L'Auberge espagnole". Aquí el argumento:

"Xavier, un parisino de 27 años, decide irse a estudiar el último curso de la carrera de economía en Barcelona para aprender español. El día de la despedida está visiblemente aliviado por separarse de su madre, pero triste por tener que separarse de su novia, Martine. En el centro de la capital catalana Xavier encuentra un apartamento para compartir con otras seis personas, otros estudiantes europeos: un italiano, una inglesa, un danés, un belga, un alemán y una española. Todos los compañeros del piso se encuentran en la misma situación, todos ellos están estudiando en Barcelona gracias al programa de intercambio universitario europeo Erasmus. En esta casa de locos seguiremos, durante un año, la vida de una parte representativa de la comunidad europea estudiantil."
Ta bien, ¿no? Habrá que pillarla. ¡Ideal para ex-becarios!
por cierto, parece ser que lo de "auberge espagnole" es una expresión francesa que intenta describir un lugar en el que todo es algo caótico e improvisado, una especie de zarabanda en la que todos aportan algo que compartir con los demás. Aquí, que somos tan chulos y dados a la concisión, lo tradujimos casa de locos. ¡Qué bien nos conocemos!

I have a dream


Son las 3:34. Llevo media hora intentando desvelarme frente al monitor para no retomar el horrible sueño que me ha levantado de la cama. Os haré un breve extracto: salgo a la calle con cuatro o cinco amigos tras despedirme de un grupo de chicas que supongo son nuestras respectivas (curiosamente visto una extraña bata verde sobre la que pongo un abrigo o algo parecido). Parto de un local lleno de gente pero no recuerdo bien si era un bar o una fiesta privada. Al poco tiempo y tras dar una vuelta a la manzana nos internarmos en lo que parece, en un principio un grupo de curiosos que se arremolina en torno a algo. Vemos como alguien golpea en la cara con una porra a un chico alto que resulta ser un guardia urbano, al que se le zarandea del brazo conminándole a que avance junto con el resto del grupo, que ya no me parecen tan sólo curiosos. Se oye una voz que asegura que él también debe obedecerles. Como si su autoridad estuviera por debajo de la de quien le ha agredido. Poco a poco, en nuestro errático avance por entre las calles se van añadiendo otros grupos de personas que parecen tan desconcertados como nosotros y finalmente, cuando por fin empezamos a ver claro que somos como ovejas camino del matadero, seres condenados que muy posiblemente van a perder la vida por algún absurdo y caprichoso arbitrio de nuestros secuestradores, es entonces cuando nos asaltan los nervios. El grupo empieza a volverse mínimamente incontrolable. Surgen las voces de los primeros disidentes. Se oye ruido de pelea en alguna calle vecina, pero no el fragor de una pelea multitudinaria sino más bien el ajusticiamiento indiscriminado de algún pobre diablo que se ha atrevido, aquí y allá (van surgiendo poco a poco), a rebelarse. Por fin llega mi turno. Ahora estoy sólo. Aparece mi ocasión y trato de buscar una vía de escape. Aparece tras de mí un tipo uniformado que me apunta con una pistola. La situación es tan clara que nadie necesita hacer preguntas, simplemente corro rezando para que todavía no tenga cargada y amartillada el arma.
Creo que todo acaba conmigo dentro de un edificio abandonado, subiendo a la carrera por una escalera con mi perseguidor pisándome los talones. Ahí acabó todo. Abro los ojos y salvo el pellejo (sudoroso).
Supongo que sólo es un estúpido sueño que me pareció demasiado real. Pero estoy seguro de que algo muy parecido ha debido repetirse en muchos lugares durante demasiado tiempo. Empieza así. Eliminan todo aquello que no pueden controlar. Demasiada gente como para poder discriminar el grano de la paja, así que propagan el miedo como si un fuego incontrolable se hubiese desatado. Somos vulnerables, tan frágiles que da miedo pensar lo fácil que puede resultarle a cualquier malnacido desmontar el decorado en el que tanto llevamos invertido. Es una cuestión de equilibrio, un milagro sin testigos el que todo siga igual, un día más.

martes, julio 25, 2006

Disertaciones maritales

¿Qué puede decirse de las mujeres que no se haya dicho ya? Qué decir de su afinadísimo sentido de la orientación (sobretodo en el epicentro de las grandes superficies sumidas en plena temporada de rebajas);Qué puede decirse de su innata y siempre sorprendente facilidad para combinar colores que sólo ellas pueden ver (verbigracia: color hueso- alguien sabe de qué color son los huesos si es que no es el blanco de toda la vida y que todos le presuponemos una vez despojados de toda su casquería-, o el blanco nuclear, o el color teja o,... ); ¿Qué puede añadirse a semejante e inagotable relación de parabienes que no hayan cantado ya los poetas desde el origen de los tiempos? Yo quisiera ahondar en esta ocasión en su enigmática y profusa conversación, en las alambicadas sendas comunicativas a cuyo influjo nos abismamos confusos todos los machos de la especie desde que el mundo es mundo y en las que, para que negarlo, las más de las veces lo hacemos con sumo gusto por aquello de que cuando ellas dicen "no" en realidad quieren decir "sí", y no hay macho que se precie que no espere ese puñetero "sí" junto a la cama, con los gallumbos en la boca, un bourbon a la diestra y el mando a distancia a la siniestra (que aveces, también las más de las veces, la cosa se tuerce y es el contenido de la siniestra, osease, el mando a distancia, lo que ameniza nuestras numerosísimas noches sin sexo). ¿Y a qué se debe todo este tedioso preámbulo? Velada vespertina frente al televisor. Los sillones apenas calentados por nuestras inquietas posaderas. Ese mando a distancia que empieza a escupir canales a ritmo de zapping frenético. Finalmente uno de eso programas veraniegos (agárrate) donde aparece la noticia. Ha sido elegida una nueva miss, creo que miss universo. Una chica como todas las finalistas en este tipo de certámenes: delgada, uniformemente guapa, muy delgada (solo hay que ver cuanto trozo de banda le sobra) invariablemente emocionada mientras una mano temblorosa intenta sujetar esa corona que parece rescatada del atrezzo de una película de los Monty Payton. ¡Delgada que te cagas! vamos, como el tobillo de un canario que dicen en mi pueblo, y con ese ramo de flores que les tapa medio cuerpo (¡joder, pero si algunas parecen mantis religiosas encaramadas a un arbusto!). Total que viendo a la susodicha y tras dejar claro cual es el gusto patrio en lo que a cantidades cárnicas se refiere, me dirijo a mi mujer del tenor literal siguiente (por aquello de que es bueno comunicarte con tu pareja, que no se diga que la televisión aisla y separa a los miembros de la familia):
- ¿De dónde es la chica esta? - obsérvese que omito los diminutivos cariñosos tipo "cari", "corazón" o directamente "Shosho", porque yo en mi vida íntima no entro si no paga la revista Hola. Respuesta:
- ¡Está operada! - a todo esto el mando y el mentón erguidos. Expresión hierática a medio camino entre la dignidad preservada y el velado reproche. Una de esas situaciones en las que es mejor callar, asentir y acostarte con la críptica adivinanza bailándote en el coco. Para qué necesito yo sudokus con semejantes mensajes del más allá. "Esta operada", ¡Esta operada! Pero coño, ¿Habrá escuchado realmente mi pregunta?, ¿Empezaré a evidenciar una prematura senilidad en mi forma de verbalizar todo aquello que mi enfermo cerebro procesa? y lo que es más importante ¿qué habrá querido decirme con esa escueta y afilada observación?
Creo que la pregunta adecuada hubiera sido "¿Está operada?". A quienes sostengan que de ese modo hubiera obtenido mi respuesta, la que desde un principio deseaba obtener, esta es "Costa Rica" (lo supe luego consultando un periódico), les diré que con las mujeres nunca se sabe, pero con la mía sí. Sí sé que hubiera soltado otra de esas salidas cifradas que me mantienen en vilo gran parte de mis noches. Sospecho que se vale de ese tipo de estratagemas para eludir mis envites erotico-festivos. ¡Ah picarona mía! Esta noche de nada te servirá. Te espero vestido de "Miss en pelotas", con mi banda y mi canesú encaramado al armario. A ver si así vislumbras algo operado, corasón.

domingo, julio 23, 2006

Mi madre lo dijo

Si existe una frase de exasperante efecto universal es "te lo dije". Todos nos hemos encarado en algún momento de nuestras vidas con ella. No importa lo mucho que te esfuerces por hacer las cosas bien, de hecho no importa que creas que haces las cosas bien porque siempre tropezarás con algún inoportuno interlocutor que se dirigirá a tí con aire admonitorio. Se acercará sobrepasando la infranqueable distancia, el límite sagrado que reservas cual flor de Laura (por si un día se materializa Cindy Crawford desde alguna de tus manidas fantasías eróticas), aquel en el que susurras el puto nombre de tu desodorante en todo tipo de lenguas muertas, por si se obra el milagro y reaparece cual Lázaro resucitado. Inclinará su rostro (el sabihondo de turno) como si quisiera comprobar de qué color son tus zapatos, alzará la vista con las cejas bien arqueadas, reclamando toda tu estúpida atención para que ningún sonido interrumpa la inefable y perentoria fórmula: "te lo dije". ¡Ah, ese jodido mantra!
Estaba viendo la tele en la cocina, uno de esos programas en el que un locutor con pinta de serio narra seriamente todo tipo de chorradas casposamente serias. Bueno, en realidad la tele estaba encendida y yo le dejaba hacer mientras mantenía las manos ocupadas lavando platos del día anterior. Mi mujer estaba trasteando en un armario y entonces surgió la noticia: ¿A dónde van a parar los chinos cuando mueren? ¿Por qué no ha visto nadie jamás una lápida china en nuestros cementerios? ¿Por qué a penas se repatrian cuerpos a su país? ¿Es cierta la teoría que sostiene que sobra la carne en los restauranes chinos, carne china (ustedes ya me entienden)? la cuestión es que mucho antes de que el locutor empezara a esbozar una siniestra sonrisa y pronunciara las palabras "leyenda urbana", mucho antes de que la razón se negara a creer que en televisión son capaces de especular con... (rectifico, en televisión ya se atreven con todo) algo así, mi mujer ya me estaba mirando con cara de "te lo dije". Azuzándome una cacerola mientras exclamaba: "Lo que dijo mi madre". Si, ella me lo dijo, y lo peor de todo es que a ella se lo dijo su madre, que es como la Agencia Efe pero con refajo y el disco duro lleno de refranes y paridas como esta, como la de los chinos. Si algo no soporto de mi suegra es que todas las chorradas que dice acaban viéndose corroboradas por algún acontecimiento como este. Es una especie de profeta cateto-mística que, a su modo, acaba poniendo el dedo en la llaga. Por lo pronto no vuelvo a pisar un restaurante chino. Nunca se sabe, y con mi suegra de por medio menos.

lunes, julio 17, 2006

Con un par, Kurt.

"Te lo digo de verdad. Nosotros estamos en la Tierra para tirarnos pedos y no dejes a nadie que te diga lo contrario."

Kurt Vonnegut

sábado, julio 15, 2006

Carrie


"[...con los blogs ocurre a veces como con las visitas a los museos. Pasado un tiempo prudencial todos los cuadros te parecen lo mismo, e incluso aquellos que deseabas fervientemente ver pasan por delante de tus ojos sin causarte apenas impresión. Y entonces te das cuenta de que lo mejor es salir a la calle, sentarte en una terraza y tomarte un aperitivo, mientras ves pasar a la gente y te da el sol en la cara.]"
Si te gustó el parrafo anterior lo entenderé perfectamente porque no sólo no es mio ( lo que lo explicaría sin más), sino que pertenece a una de las bitacoras más lúcidas y frescas de cuantas pueden verse por estas redes del señor. Me refiero a mi "Chica con falda roja" (a quien aprovecho para mandarle un beso virtual, vamos, de los mios ande o no ande el ordenador de por medio). Si he decidido copiarlo y pegarlo en este blog tan descuidado desde hace algún tiempo, es porque precisamente necesitaba de algún modo justificar mi desidia y estas palabras reflejaban perfectamente la situación a que pretendía referirme.
El caso es que anecdotas no me han faltado para escribir alguna que otra entrada nueva, por ejemplo: he asistido, no hace mucho, a una preciosa boda gay. De acuerdo es lo más anecdótico que me ha pasado en mucho tiempo pero el caso es que no ha sido hasta ahora cuando faltando poco para empezar mis anodinas vacaciones estivales y a las puertas de lo que para cualquier cristiano supone un océano de posibilidades dignas de ser plasmadas, cuando menos, en un blog, cuando siento la necesidad de acercarme al teclado y escribir algo. Lo que sea. Supongo que el hecho de que tomara un par de cañas con Carrie este viernes, al salir del curro podría interpretarse como que están sucediéndose una serie de cambios en mi rutina a los que no estoy acostumbrado. Que quién es Carrie. Bueno pues imaginaos a una chica que siempre luce una maravillosa sonrisa, a juego con unos ojos que no cesan de hablar, de sugerir, de añadir la puntilla a todo cuanto sus labios no dicen (y mira que si quisieran decir...). Cerráis los ojos y oís sus carcajadas como notas de una melodía que ya no podéis disociar de su presencia, ni siquiera cuando la imagináis, como yo hago ahora mismo. Es la persona más activa y con más ganas de beberse la vida que conozco ( sin contar a Mrs D) y quizás por ello me sorprenda tanto verla como la veo estos días. Y es que Carrie anda algo desanimada ultimamente. Su mejor amiga acaba de marcharse a ocupar un nuevo puesto en el sur, vuelve a vivir sola, por tanto (ella que tanto agradece la compañía, que no soporta dormir sola porque la mera idea le aterroriza) y para colmo su última pareja no parece ofrecerle la estabilidad suficiente para capear el temporal. Ella trata de sobrellevarlo lo mejor que puede pero en alguna ocasión la hemos sorprendido con lágrimas en el rostro, ¡A ella, que es el paradigma de la alegría!
En fin, espero que aparezca pronto en su vida alguien que la merezca y que la haga feliz. Es todo cuanto se espera que te desee quien bien te quiere, y es que a Carrie solo se le puede querer bien. O simplemente quererla. Simplemente.