jueves, agosto 31, 2006

El gran día


Llega el día sin previo aviso. Llega sin más porque así quedó dicho y tu callaste, que es lo mismo que aceptar, que estrechar la mano que ha de llevarte. Tú lo sabes porque siempre lo has esperado. Siempre has sabido que tarde o temprano la realidad te daría alcance por muy grandes que fueran tus zancadas. Hoy es ese día. Te sientes tan sólo que pensar en alguien que no seas tú te resulta un esfuerzo de proporciones ingentes, inabarcables. Te ves perdido en un páramo desolado lleno de cadáveres que ni siquiera reconoces, bajo un dosel de nubes tan muertas como tú. Inerme y sin consuelo. Hoy es el día. Hoy lo sabes. Siempre sospechaste que estabas solo pero hoy lo sabes.
Amar es renunciar incondicionalmente, vendernos por nada, saltar al vacio con los ojos cerrados, ofrecer el pecho desnudo al filo de la espada que nos busca y arrincona, la espalda siempre contra la pared (tangible, fria) y ponemos todas nuestras esperanzas en que esa renuncia florezca, y que el tiempo, a cuyo transcurso nos encomendamos tan rápidamente para validar nuestros actos, sea el juez que disponga y asevere, y reafirme lo que en el pasado ofrecimos generosamente, acaso con demasiada frivolidad. Hoy es el día en que se cantan las verdades, el día en que los arrieros se encuentran en los caminos prometidos. Hoy estás solo, tan solo como siempre. Pero hoy lo sabes porque hoy es el día. Porque hoy, ahora, lo sabes.

sábado, agosto 26, 2006

El último puente


La chica del puente tenía unos ojos grandes y tristes, de un azul acerado que parecía agitarse como un océano embravecido por mil tormentas. Sus piernas colgaban ya como muertas al otro lado del antepecho. Sus manos descansaban sobre éste como arañas mortecinas y lánguidas.
Me miró por encima del hombro. Yo detuve mi carrera. El viento soplaba racheado y tibio, temeroso de quebrar el silencio que nos envolvía. Alborotando su cabello negro como si rasgara un tapiz entreverado de noche y jirones de cielo muerto que a cada soplo cubrían y descubrían sus ojos: dos estrellas caídas que fulgían con fuerza aferradas al puente, el único puente que la vida les tendía.
Seguí mi camino. Siempre sigo mi camino. Me giré al llegar al otro lado y ya no estaba allí. El viento ahora empujaba con fuerza sacudiendo mi ropa como a una vieja bandera abandonada en el campo de batalla, revolviéndose frenética a cada envite, deshojando lamentos en un lenguaje pérdido y oscuro.
Aquel día llovió. Llovió toda la semana.

jueves, agosto 24, 2006

Mujeres

Félix me llamó al móvil después de mucho tiempo sin saber de él. Me sorprendió en el tren mientras daba cuenta de "Mujeres" de Bukowsky. Debe ser una señal. Félix es un tio soltero que se excita ejerciendo como tal, de esos que han nacido para quemar la vida (como Henry Chinasky), y de paso demostrarnos a los demás cuán mísera resulta la existencia del macho ibérico domesticado. El espejo en que nos gustaría reconocernos por un día. El héroe de todos los Nonoscomemosuntorrao, vamos. Intercambiamos varias fórmulas de vácua cordialidad y nos prometimos un encuentro que, ambos sabemos, tardará en producirse (lo suficiente, al menos, para olvidar los nuevos reproches y toda la chanza telefónica).
Carrie vuelve a sonreír gracias al buen hacer de su chico. Hemos comido juntos. Ella habla. Yo escucho. Supongo que el hecho de que la chica me guste lo explica fácilmente, sobretodo a quien me conoce. La escucharía recitar el Quijote en verso, del tirón y con la boca llena de polvorones, empezando incluso desde el final, y seguiría sin poder borrar mi estupida sonrisa de la cara. Patético. Félix me abofetearía. Escupiría en mi cara. Parece que ya le estoy oyendo:
"¿Pero qué coño pasa contigo? ¡Eres un pardillo nen!, ¿Es que no escuchabas cuando di la clase cómo tratar a las tías? ¿A qué esperas para llevártela al sobre?, ella es una mujer en la flor de la vida, sin complejos, y tú se supone que eres un hombre con necesidades de hombre, disfruta del momento, tan solo déjate llevar."

Ni siquiera perdería dos segundos en tratar de convencerle de lo contrario. Me veo escuchando a Félix cariacontecido, asintiendo mecánicamente por cortesía mientras maquino cien maneras diferentes de meterle un paraguas por el culo. En su mundo todo se sostiene sobre unos principios trasnochados que sólo funcionan si tienes el ombligo del tamaño de un campo de fútbol. En su mundo todo encaja como un mecano: el cielo es azul y cuando se oscurece es para llover. En el mio el cielo es del color de los ojos que me ven. Está lleno de ángeles que nos observan y que, a veces, sólo a veces, consienten en descender para hablarnos. Como carrie.

domingo, agosto 20, 2006

Sin cabeza pero con pies

Uno sigue caminando. La inercia es un vicio que engancha y te obliga a seguir caminando. Cualquiera puede comprender por qué algunos soldados, en cualquier frente, también lo hacen tras perder la cabeza. Hoy ha sido uno de esos días en que pierdes la cabeza aunque no literalmente. La pierdes y sigues respirando porque no sabes hacer otra cosa que seguir respirando. Pierdes el control y te das cuenta de lo frágil que es todo, de lo fácil que resultaría acabar como Annie, con la espalda endurecida de dormir en los bancos de los parques, acurrucado como ella (quizás incluso con ella) y compartiendo cuchara. Supongo que siempre me quedará Annie. A veces las crisis encierran buenos propósitos. Sales de ellas fortalecido y dispuesto a dar tres pasos por cada uno de los que dabas antes de padecerlas. En mi caso retrocedo cinco por cada uno de los que daba antes. Pierdo la cabeza pero aún conservo los pies, aunque sea para empeñarme en retroceder.


viernes, agosto 18, 2006

Hopes & Apples


Annie sigue en la calle. Si tuviera manzanas que vender, como en la pelicula de Capra, seguramente las cambiaría por algún cartón de vino peleón. No me ha visto. Tampoco habría sabido qué decirle. Nunca he servido para estas cosas. Estaba sentada bajo un mugriento soportal, comiendo algo a cucharadas, con la mirada fija en una persona que quizás sólo ella podía ver. No puedo evitar... evitarla. Supongo que es lo más cómodo.
En el edificio casi no queda nadie. Trato de no pensar demasiado sobre lo de ayer mientras continuo evitando a la gente, dando vueltas por los pasillos con algún expediente en la mano que no sé si viene o si va. Ayer Carrie parecía menos animada que de costumbre. Tal vez albergaba secretas esperanzas con su Dimaggio, ilusiones etéreas como el rojo de las manzanas frescas que el tiempo se encarga de deslavazar. Tal vez debería pedirle una manzana de la suerte a Annie. Seguro que las tiene y serán más eficaces que cualquier de mis comentarios que nunca aciertan a reconfortar. Carrie tardó en contestar mi sms del día anterior. Yo siempre envío el último. Pensé que tal vez algo que dije, o que no dije, pudo molestarla. Hoy he sabido de ella y casi quedamos para tomar un par de cervezas si la compra de la semana no se hubiera interpuesto. Hay rituales que no pueden postergarse del mismo modo que hay puertas que no se deben abrir, luego ya no cierran como antes.

jueves, agosto 17, 2006

Miserias


Bajo la alfombra de nuestras miserias se esconde un ego en avanzado estado de descomposición. Toda la ruindad de que somos capaces es tan solo fruto del aburrimiento, de la rutina que ve florecer a cientos de aves extrañas de entre los restos de nuestro cadáver. Todas ellas a buen recaudo, al abrigo de la espesa y sombría fronda del árbol de nuestro egoismo.

lunes, agosto 14, 2006

El león, Carrie y el armario de su novio.


El espejo sigue dando tumbos por el juzgado y ya me veo dejándolo en la calle para alegría de algún colgao. Hoy ha venido el juez con su chaval. Muy majo, su chaval. Muy negro, el juez. Su bronceado, quiero decir. Uno de esos bronceados que te obliga a pegarte a las paredes para que la peña no haga comparaciones porque sería como comparar una escultura renacentista tallada en ébano con un botero de yeso.
Mientras escribo esto me siento como en la puta jungla, entre rugidos de león que algún tarado está soltando por megafonía. A toda hostia, por cierto. Son las fiestas del pueblo y alguna mente esclarecida ha decidido que lo más original y cool de este año sería cubrir con un toldo a un bicho de cartón piedra rodeado de altavoces que no dejan de emitir rugidos desde hace tres horas. Qué divertido. Yo hubiera preferido contratar a un león de verdad y encerrarlo en un cubil con el mongol que ha tenido la genial idea, y ya de paso colgarle un micro en sus calzoncillos para ver que tal suenan el resto de sus ideas.
Sigo sin noticias de carrie, que imagino estará redescubriendo todas y cada una de las fases del enamoramiento de la mano de su jugador de béisbol favorito. La semana pasada recibí un sms suyo en el que me invitaba a comer uno de estos días para contármelo todo. Con pelos y señales, prometía. Los pelos no son imprescindibles y las señales dejo que me las enseñe sin luces ni taquígrafos siempre que su bateador no ande cerca, que ya he visto su foto y el niño parece desayunar todo lo que su mamá le pone en el plato. Carrie dice que le gusta hablar conmigo, incluso de sus novios, y el caso es que a mí me encanta escuchar todo cuanto me cuenta. Parapetarme tras una cerveza fría, a resguardo de toda la metralla que esconden esos ojos suyos. Verla reír mientras desgrana cientos de anécdotas que yo hago mías. Ver pasar las horas desbocadas. ¡Ay, Dios, no tengo ya edad para jugar al béisbol!

miércoles, agosto 09, 2006

Espejito, espejito.

Mrs. M lo comprendió enseguida. Lo notó en la piel. Aquel no era un espejo común. Pasó por alto la abigarrada composición del marco, su diseño de camerino circense con todos aquellos astros en relieve. Ni siquiera se atrevió a mencionar la desproporción de su tamaño. Tan sólo se abismó en las simas de azogue persiguiendo el reflejo de aquellos ojos que apenas un instante se habían cruzado con los suyos. Allí dentro había alguien.
Mrs D. y yo no notamos nada de todo aquello. Mrs. D todavía no nota nada porque se haya bajo los efectos de su recién estrenado matrimonio, y todo el mundo sabe que nada es perceptible para el recién casado, para cuyos sentidos tan sólo es real el influjo del ser amado. En cuanto a mí...,bueno, digamos que tengo mis sospechas pero nunca he sido una persona muy despierta, así que, en realidad nunca he notado la presencia de quien habita en su interior. No hemos vuelto a mencionar la existencia de ese espejo, que permanece en la sala de vistas del juzgado. Se niega a marcharse y nadie parece encontrar un espacio adecuado para él. No quiso que lo abandonase en la calle aquel día. Me obligo a traerlo al juzgado, algo enojado, empeñado en encontrar un nuevo hogar, en no terminar sus días en un camión de trastos viejos. Ahora siempre que entro en la sala espero no verlo ahí, apoyado junto a los ventanales, mudo y sordo a todos mis ruegos. Sigue sin devolverme el reflejo enpeñado como está en sabotear todos mis intentos de reconciliación. Le digo que de seguir así nadie querrá hacerse con sus servicios, que no hay modo de explicar por qué un espejo no refleja a quien se mira en él. Pero nadie me responde. Tan solo silencio y un espejo vacio, como una ventana.

domingo, agosto 06, 2006

Bukowsky


"Si vas a intentarlo ve hasta el final, de lo contrario no empieces siquiera. Tal vez suponga perder novias, esposas, familia, trabajo y quizá la cabeza; tal vez suponga no comer en tres o cuatro días; tal vez suponga helarte en el banco de un parque; tal vez suponga la cárcel; tal vez suponga humillación; tal vez suponga desdén, aislamiento,...el aislamiento es el premio. Todo lo demás es para poner a prueba tu resistencia, tus auténticas ganas de hacerlo. Y lo harás. A pesar del rechazo y las ínfimas probabilidades. Y será mejor que cualquier cosa que pudieras imaginar.Si vas a intentarlo ve hasta el final. No existe una sensación igual. Estarás sólo con los dioses y las noches arderán en llamas. Llevarás las riendas de la vida hasta la risa perfecta. Es por lo único que vale la pena luchar."
Charles Bukowsky - Factotum
Cómo ser un gran escritor:


Tienes que cogerte a muchas mujeres
bellas mujeres,
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.
Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
Aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.
Y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
No te exijas.
duerme hasta el mediodía.
Evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
Acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
Y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
Un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.
Quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las arañas, sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
Más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
Quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre.
Una amante continua.
Agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.
Haz de eso una pelea de peso pesado.
Haz como el toro en la primer embestida.
Y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievski, Hamsun.
Si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza...
entonces no estás listo
toma más cerveza.
Hay tiempo.
y si no hay,
está bien
igual.
...No sé Charlie, tal vez todavía esté a tiempo de probar con la pintura.