sábado, septiembre 22, 2007

Vas recorriendo a solas


"Vas recorriendo a solas
el jardín,
despacio y sin cuidados,
mientras el verso fluye
entre la niebla
y el asomo lejano
de la luz.
Todo lo que vas viendo
te sorprende.
¿qué puedes esperar mas,
que lo inesperado?
Que las hierbas que pisas
son carne de tu carne.
Que la luna saldrá
cuando tú se lo digas.
Que no hay diferencias entre el jardín y tú.
Caminas muy despacio,
para que todo pueda
sorprenderte.
Y te vas alejando,
tanto que, ya incapaz
el verso de seguirte,
se detiene."

José Corredor-Matheos

domingo, septiembre 16, 2007

jueves, septiembre 13, 2007

A tu espalda

Él espera verla de pie, en el vagón, cada vez que aparta la mirada del libro que tiene entre las manos. Son párrafos áridos e intransitables que le obligan a coger aire con frecuencia. En un alto cree reconocer el tibio desfiladero de su nuca entre los hombros de una muchacha que espera frente a las puertas a que llegue su estación. El aire es más caliente tamizado por esta fiebre, piensa, y vuelve a sumergirse en esa lectura que no comprende. Es inútil. Apenas media página y ya anda a vueltas con esa angustia que le empuja a levantarse y abrazarse a su espalda y a rogarle que no se gire, que no pronuncie una sola palabra:

¿Qué puede importarte?, tan sólo unos segundos de tu silencio cómplice. Tú no sabes. No puedes saberlo. Cómo podrías. ¿Te bastaría saber que el mundo entero son cenizas en contínua dispersión, minúsculas y etéreas dudas a merced de un temporal que no descansa ni de día ni de noche? ¿Bastaría semejante composición de lugar para que entendieras que sólo abrazado a tu espalda cesa esta fiebre y el suelo deja de temblar, que la bestia calla y cede al sueño en su lecho de hojas muertas, de sangre seca, de frío eterno de ventisquero? Tú no sabes todo esto. Tan sólo aguardas a que estas puertas se abran para seguir con tu vida. Ajena a mi abrazo invisible y al embrujo de esa nuca tuya tallada de un golpe seco y perfecto. No sabrás nada, nunca sabrás nada hasta que te acometan estas fiebres que te aferran a otros cuellos como a maderos que yerran en eterna deriva. Y así no podrás imaginarte siquiera que un abrazo es un círculo que vuelve a cerrarse, una puerta cerrada que pone a resguardo de la tempestad y veda el paso al frío y al gris.
No te giras. Sigue mirándome esa nuca tuya que me ofreces sin querer. La cabeza inclinada. Sumergida en ese mundo que con nadie compartes. Me apuro en guardar el libro y mis notas en la bolsa. Cojo mi cazadora y me levanto antes de que el vagón se detenga y las puertas se abran y tu te diluyas entre el gentío como si fueras de azúcar y el mundo entero una triste infusión. De pronto el tren se queda a oscuras y a nadie parece sorprenderle. Son unos instantes de incertidumbre en que toneladas de metal se arrastran por inercia sumidos en una extraña amalgama de lejanos plañidos metálicos. Estoy frente a tí. Frente al blanco inmaculado del sueño de tu cuello. Has alzado el rostro y la penumbra acude en mi ayuda evitándome el desamparo de saberte extraña. Tu perfil, así, se desdibuja en las sombras y yo sigo prendido de un engaño ténue y maravilloso que me sostiene en tímido suspenso sobre un abismo infinito para el que no tienes ojos.
Un breve parpadeo eléctrico amenaza con estropearlo todo. El rumor de las ropas contra los cuerpos. Los pasos que se precipitan en desacompasada procesión. El oxígeno que no llega y mis dedos aferrados a tu brazo antes siquiera de que entienda lo que sucede..., vas a girarte. Cierro el círculo. En mi bóveda hendida cesa el revuelo de cuervos y tu espalda, que por fin se deja querer, fluye como un viento afable sobre el mascarón de proa de un navío que nadie recuerda. La lluvia amaina arrastrando la fiebre por sumideros secretos que tu me enseñas por vez primera. El suelo ya no tiembla. Ahora tiemblo yo y tiemblas tú, y por alguna extraña razón que nunca entenderemos del todo, ninguno de los dos hace nada por evitarlo.

miércoles, septiembre 12, 2007

Sondre Lerche


No he estado nunca en Noruega. No he estado nunca en ningún sitio. Esto debería entristecer a quien hiciera de la frase un reproche, pero yo lo considero una simple constatación. He aprendido a aceptar esta deshubicación crónica con la misma serenidad que se arropa en la mirada de los enfermos que al fin transigen y resuelven dar su primer paso. No he estado nunca en Noruega, decía, y eso es lo primero que pensé al saber de la existencia de Sondre Lerche, que nació allí pero no parece ejercer de noruego al uso, ya que ni canta en noruego ni recita a Ibsen en su camerino, pero allí nadie le niega el saludo por eso, ni por supuesto le niegan nada. Dicen que combina o alterna con éxito pop, folk, indie, rock, jazz y sicodelia. Yo sería incapaz de definir cualquiera de estos géneros musicales pero a Sondre, con tan sólo veinticuatro años y cuatro álbumes a sus espaldas, ya le comparan con Elvis Costello y aseguran que es "el mejor cantante que ha dado escandinavia en muchos años". Leo sobre sus hazañas musicales junto a su banda: Faces Down Quartet. Escucho algunos de los temas de Duper sessions y lamento no tener un bourbon que meterme entre pecho y espalda, porque es la mejor ayahuasca casera que conozco para este tipo de viajes. Solo me queda cerrar los ojos para poder colarme en ese garito oscuro y cargado donde el contrabajo y la voz de Sondre hacen las veces de mantra, también casero. Hace unas horas también he leido algo relativo a las treinta y ocho películas que constituyen la retrospectiva Fiebre helada-el nuevo cine nórdico, que este año podrá verse en el festival de san Sebastián. Allí tampoco voy a ir, es lo primero que me ha venido a la cabeza. Ha sido justo después de terminar un relato de Vila-matas, Así son los autistas, donde un funcionario de correos al que diagnostican un autismo tardió durante su periodo de convalecencia, decide viajar por primera vez, a Estocolmo, precisamente para superar el síndrome de Estocolmo que le supone esa dependencia enfermiza que profesa por la doctora Cadet y de paso superar sus graves limitaciones relacionales. Creo que Vila-matas ha conseguido remover demasiadas cosas en mi cabeza y no consigo ver el sentido de tanta exaltación Kafkiana. Escucho Track you down y me imagino al volante de la camioneta de Broke Back mountain, la camioneta GMC Half-Ton de 1950 que condujera en el film Jake Gillenhaal, pero con el tal Sondre de copiloto. Conduciendo por un paraje nevado, a traves de un camino donde la nieve y las rodaduras de los coches se combinan de la peor manera posible. Sondre canta y toca la guitarra con los pies apoyados en el salpicadero. Anímate, parece decirme, estamos en Noruega, conozco Noruega, nací en Noruega. Vila-matas permanece recostado entre las mantas y los aparejos de pesca en la parte trasera. Sigue con el ceño fruncido y la mirada severamente perdida y sujeta a cada detalle de las montañas que vamos dejando atrás. Ha jurado no dirigirnos la palabra y se niega a pescar salmones ni en el rio Argard ni en ningún otro sitio. Insiste en volver a San Sebastian a ver esa nórdica retrospectiva o algo de Godard que tanto le fascina, y asegura que se encerrará en su habitación del hotel Sjoasen hasta que se nos pase esta fiebre absurda por explorar los abismos.

domingo, septiembre 09, 2007

Die hard 4.0

Nada de Wim Wenders o Truffaut en cartelera. Increible. Tuve que decantarme por el viejo John... McClane. Explosiones, una mano de hostias cada cinco minutos, frases cantadas que pretenden ser ocurrentes y niños con cubos de palomitas en todas las butacas, ..., en fin, Live free or die hard.





Por cierto, aquí le llaman la jungla 4.0 pero juro que no se ve un arbol en toda la peli.

miércoles, septiembre 05, 2007

Exploradores del abismo

El último libro de Enrique Vila-Matas ha resultado ser una vuelta al relato y un alejamiento deliberado de la intensidad metaliteraria a que el autor nos tenía acostumbrados. Tras Doctor Pasavento Vila-Matas alcanzó el final de un camino, llegado al cual, tan sólo cabía asomarse a ese pozo sin fondo al que se veía irremisiblemente abocado. Según nos indica él mismo, Exploradores del abismo es una metáfora sobre la condición humana, historias corrientes sobre hombres corrientes que abocados al borde del abismo deciden explorar abiertamente sus límites. Hay cuentos convencionales, otros de ciencia-ficción, fragmentos que ocupan una sola página, así como dos novelas cortas -"Niño" y "Porque ella me lo pidió"-, que, en opinión de su autor, podrían publicarse separadas de este contexto. Todos ellos, además esconden el rastro de un denominador común, un elemento cohesionador que pretende dotar de cierta unidad al conjunto a través de ciertas pistas que el autor oculta y nos invita a descubrir. Es lo último de Vila- Matas. Es razón más que suficiente para aceptar el ofrecimiento.

lunes, septiembre 03, 2007

Sordo

Hay días que uno se siente ridículo, inmensamente ridículo. Estás cansado. Te odias por ser todas esas cosas que no estaban previstas, cuando el mundo era un desplegable inmenso y podías situar la "x" donde quisieras. Tiran de ti en todas direcciones. Te dicen lo que debes hacer. Te dicen incluso lo que eres. Y tu les escuchas atentamente. Les escuchas con toda tu buena voluntad hasta que te das cuenta de que ya no eres capaz de escuchar más. No eres capaz de escuchar nada por encima de ese ruido ensordecedor que te sale del pecho.