viernes, octubre 10, 2008

De fresán




Yo nunca me hubiera fijado en esta libro, en esta historia. Pero es que la entrevista es de Rodrigo Fresan.

Maxwell cauldfield

Frente a mi ordenador es la una; la una y siete minutos de la mañana para cuando consigo amedrentar definitivamente esta duermevela . A estas horas "Couldfield" ya es "Cauldfield", palabra de google, y el tal Maxwell (¿Smart?) de cuya extraña asociación apenas logro zafarme ni sacar nada en claro, pasa a desvelarse ( para sonrojo de esta memoria mía de patchwork de papel maché), como Holden: Holden Cauldfield. El adolescente de El guardian entre el centeno.

No consigo dormir. Tengo los pies helados y la cabeza dispuesta pero no hay nada que hacer ni disposición propicia. Nisiquiera cierto atisbo de predisposición con sabor a promesas frescas. Sólo el vertigo y el sabor metálico de la sangre que el boxeador recuerda (¡qué bien encajaba los golpes!), y ella clavada en la orilla, sonámbula, escudriñando el océano y atenta a los susurros de la rompiente. Y yo aqui. A sus pies, mirándola; ora su rostro soliviantado ora el océano embravecido. Velando el malogrado sueño y anotando sus palabras que nadie entiende. Como a las caprichosas veleidades de esta memoria mia: Maxwell couldfield. La una y media. Otra noche sin dormir. De tí no sé nada.

viernes, septiembre 19, 2008

Sin noticias de Rilke

"Yo me defendía bastante bien hasta que tú levantaste mi piedra de un puntapié y tuve que salir, todo musgo y ojos".

El bosque de la noche - Djuna Barnes

"Cuando se ama a una persona se desea siempre que se vaya para poder soñar con ella."

Marina Tsvetaieva

Y lo demás son todo sombras. No importa si las nubes lo saben. Lo sabemos tu y yo.

viernes, septiembre 12, 2008

El raton que soñó ser un hombre

Porque tú ya no me miras, hoy, vuelvo a ser el gigante más pequeño del mundo.

jueves, julio 24, 2008

Ray Loriga





Donde quiera que te encuentres ahora, Ray, sea lo que sea lo que estés haciendo ahora, Ray,...no dejes nunca de escribirnos. Una sola de esas frases tuyas ilumina un buen trecho del pasillo, Ray, y nos llena el pecho de un ánimo falso, de un valor falso que nos impele a abandonar nuestros cuartos. Tarde o temprano encontraré la puerta, Ray, y rezaré a tus dioses para que la de entrada sea la misma que la de salida, y para que ambas, en el peor de los casos, me lleven a mí.

lunes, julio 14, 2008

Smallville 6th season

Valió la pena llegar hasta aquí.





Siempre nos quedará Smallville.

martes, junio 24, 2008

El olvido que seremos

Sobre mi mesa todavía amarillea bajo el teclado del ordenador un artículo de diciembre. En él , Héctor Abad Faciolince evoca el asesinato de su padre en El olvido que seremos (seix barral).

"Un joven disparó seis tiros al padre del escritor hasta confirmar que había muerto. En uno de los bolsillos de su chaqueta, el médico colombiano llevaba copiado un soneto de Borges. El que empieza así: Ya somos el olvido que seremos."


Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres y los que seremos.
Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el fin, la caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los ritos de la muerte y las endechas.
No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre;
pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá quien fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.


No soy el insensato que se aferra al mágico sonido de su nombre; Ya somos el olvido que seremos. Me gustan estos versos. Se trata de uno de los sonetos inéditos de Borges y no se me ocurre nada mejor que llevar en el bolsillo de una chaqueta el día que muera. Me pregunto qué clase de hombre llevaría algo así en un bolsillo como quien lleva un mechero, las llaves o el móvil. Me pregunto que hace un artículo así bajo mi teclado desde diciembre.

domingo, mayo 18, 2008

desajustes

Sacaste el brazo de entre las sábanas sin apartar la mirada, como quien desenvaina un sable por enésima vez para cercenar otros brazos, otras miradas; acercaste tu mano triste y nervuda de invierno de cuento y retiraste de mi frente un mechón de pelo que al parecer te contrariaba, con esa ternura subterránea que se profesan los viejos matrimonios. Yo callaba y seguía mirándote, aguardando la conclusión de aquel gesto tuyo tan ajeno y en cuya ejecución obscena, por infantil, se vislumbrara toda nuestra historia de malos entendidos y abriésemos las puertas de par en par, definitivamente, a esa niña rebelde y obstinada que ya no se nos oculta, que juega sentada en el suelo, en cada rincón de la casa, a todas horas y sin venir a cuento.

Seguíste mirándome unos segundos más como esperando unas palabras que descifraran mi desconcierto. Pero no dije nada. Tu mano se retiró como una criatura anfibia que, herida, buscara cobijo en las profundidades de algún estanque oculto y tus ojos empezaron a perder vida, poco a poco, ancorándose: dos estelas trazando arabescos de tinta bajo el agua hasta confundirse entre las sombras. Te giraste lánguidamente y me ofreciste la espalda para que escribiera en ella todas mis preguntas. Afuera la lluvia arreciaba sin consuelo. Adentro también.

domingo, abril 27, 2008

A lo somorgujo

No duermo. No leo. no escribo.

Todo se resume a vivir alejado de mi vida, a seguir respirando supeditado al dictamen de la más veleidosa de la inercias, la que dispone la vida real como una alfombra de rojo protocolario que se empeña en guiar mis pasos más allá de lo que apuntan mis deseos.

Un par de relatos de Murakami mientras fondeo en las aguas mansas de un café, un artículo de Vila-matas, unas páginas de Muñoz Molina sobre su Manhattan de adopción y siento que vuelvo a respirar, que alcanzo la superficie y dejo atrás, unos segundos, el océano de concesiones al que pertenezco, ese abismo ágrafo y neutro donde permanezco inerte, a resguardo de toda tentativa vital. Y es así, a lo somorgujo (como esas aves con nombre de carraspera que vuelan poco y pueden permanecer mucho tiempo con la cabeza sumergida bajo el agua), que dejo pasar el tiempo de asueto infinito y comprendo que una hora hurtada en cualquier café es todo cuanto de provecho puedo sacarle al día. Dejo constancia de ello, sin embargo, aqui y ahora, por escrito, para que quienes se hartan de reprocharmelo vean que todavía soy capaz de juntar una letra detrás de la otra. Para que yo mismo constate que pese a ser de capaz de ello, sigo sin tener nada que decir.

lunes, marzo 03, 2008

"Rehab"





De acuerdo Amy: mantendré cerca una botella.