jueves, diciembre 23, 2010

Estoy cansado, eso es todo. Ha sido un día duro, ya sabes, el trabajo, los compañeros...Mañana será otro día. Mañana dicen que volverá a salir el Sol. No, no me pongo cínico, sólo intento ser positivo pero mi cara va por libre. Mañana, mañana intentaré reír sin que me duela. Te lo prometo. Ahora déjame ir a la cama. Sólo quiero cerrar los ojos. Mañana intentaré creerme que existe un mañana.

Vaya Ud a saber por qué

No más lágrimas, me digo, no más lágrimas. Hay corazones vacíos, quisiera decirte. No son mejores ni peores. Hay escapistas que no escapan. Hay oquedades que no se pueden rellenar. Uno no debería nunca, bajo ningún concepto, poner el cuello sobre el filo de una navaja que no fuera la suya. Ahora es tarde, pienso. Nunca hubo nadie ahí afuera a quien poder contárselo. Solo quedabas tú. Ahora lo sé.

sábado, octubre 23, 2010

Elvis también nos deja

Mi gato Elvis aún no lo sabe, pero esta tarde va a morir.

Una insuficiencia renal se lo está llevando y yo pienso precipitar un poco las cosas.

Esta mañana a vuelto a apostarse en su ventana para seguir el vuelo de las tórtolas con esos ojos suyos que parecen adivinarlo todo. Estaba sentado contemplándolo todo en silencio; dándome la espalda, y me ha parecido el reproche más triste que un gato puede hacerle a su verdugo.

sábado, septiembre 25, 2010

Home sweet home

La casa ha permanecido demasiado tiempo desatendida. Apenas sé nada de ella a pesar de todos estos años compartidos. Es curioso, un extraño llega a tu casa y te pregunta por sus entrañas, por sus costumbres, y entiendes justo en ese momento, avergonzado, como un alumno eternamente desaventajado, que aquella casa y tú sois dos perfectos desconocidos. Mi lampista, un nuevo amigo, nos presentó esta semana. Creo que me va a gustar vivir en esta vieja casa.

viernes, junio 18, 2010

Los viernes por la tarde


Los viernes ya no son lo que eran. Ahora quizás mucho menos que antes, cuando unas lágrimas pueden calarte hasta los huesos en pleno mes de junio y tres canciones que ya conoces juegan al padel con tu corazón. El chico de la gorra siempre acaba por arrancarte un par de monedas los viernes por la tarde, cuando vierte esa ponzoña dulzona en tus oidos con ese inglés meloso y esa voz tan triste con la que sueñan las mujeres tristes que se sientan a mi lado.

Lo mejor de ti, un viernes por la tarde, son esas tres canciones que ya conoces y esperas con el ánimo encogido, como cuando eres pequeño y tu padre te sostiene entre sus brazos y juega a dejarte caer y tú finges que la caída es una posibilidad real, tan real como esas letras en inglés con acento argentino que se abren paso mansamente entre los vagones con la vana esperanza de sacudir conciencias y monederos.

El chico de la gorra de pescador siempe canta Aleluya, Wonderful world y Angel. En este orden. A veces solo las dos primeras y otras veces, cuando nota que el auditorio le sigue, añade (con esa puta condescendencia con que te venden la vida los argentinos que saben cantar) la de Robie Williams. Es un regalo cuando él la canta. La gente que coge el tren a esa hora lo sabe. Pero hay gente que también regala cuchillos, y hay viernes por la tarde en que preferirías ver el cuchillo, sin más.

domingo, mayo 30, 2010

De resaca todavía

Explica Rafael Marín en su siempre recomendable blog "Crisei" lo que significa el novedoso término Fanwank, esto es: "el término empleado para justificar por parte de los fans un error en el relato, ya sea de continuidad o de narrativa, a menudo a través de retorcidas explicaciones." Y claro, visto lo visto en la última temporada de perdidos y las generosas tragaderas con que engullo las cucharaditas de todas las sopas cocinadas por J.J. Abrams, creo que este es el término que más se aproxima para diagnosticar mi inagotable y enfermiza condescendencia para con creadores de la talla de Abrams.

Puntualiza Don Rafael que en inglés británico wank significa masturbarse. Que conste que Mr. Abrams no me gusta tanto.


viernes, mayo 28, 2010

lunes, abril 05, 2010

Hasta la cintura

Conozco a un tipo a quien no me importaría enterrar en una cuneta de carretera secundaria. Uno de esos tipos a los que cualquiera desearía enterrar para siempre y a los que sin embargo, seguimos concediendo minutos de cáustica indiferencia. Deseando mansamente verles sepultados por todo ese tiempo que jamás les concederemos y que apilamos a nuestra espalda como un dique enorme que nunca terminamos. El tipo en cuestión tuerce el gesto ostensiblemente cada vez que se cruza conmigo, asi que parece oficial este asunto nuestro al que nunca me invitaron. Decía Jorge Luis Borges que debe tenerse cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciendose a ellos, pero qué ocurre cuando nos escogen a nosotros. Nuestro enemigo íntimo. Cualquiera. Qué ocurre cuando nadie nos consulta y nos señala rotundo como un niño y se nos lleva a jugar al patio trasero de su casa, tironeándonos de las mangas hasta que se cansen, hasta que decidan que ya es bastante, que ya ha sido suficiente toda esa inquina que nos desconociamos y que ellos tan bien nos han sabido encontrar. Se nos apropian así los odios que aún no profesamos y nos obligan a odiar a la carrera, improvisando sobre la marcha antiguas maledicencias y agravios. Terribles hallazgos que nos fuerzan a desenterrar del rincon más sombrío de nuestro jardín .
Quién sabe en cuantas zanjas yacemos ilesos, impunemente. Cuántas paladas de tierra son capaces de verter sobre nuestros huesos aquellos de quienes jamás esperaríamos nada.

Elegir la hondura, la oquedad. Nuestros últimos cantiles al menos. Vivir también puede ser eso.

martes, marzo 09, 2010

Carey Mulligan




Ayer vi "Enemigos públicos" pero hubiera jurado que tu nunca estuvistes por allí. Ni siquiera cuando rebuscándo entre sus fotogramas te sorprendí oculta tras esa melena rubia y esas hechuras de pin up famélica tan prematura en los años treinta. En "El mejor" ("The Greatest") apareces por primera vez: esa es la razón por la que ya no podré reconocerte en ninguna otra película. Seguirás sonriendo ya siempre con los ojos llenos de lágrimas, abrazada a ese libro, recordando a Bennett. Quien sabe, tal vez me decida a repetir con "An education". Pero antes necesitaré un poco de tiempo. Un par de cervezas tal vez y algo de Jose Mota, que nunca falla.

domingo, marzo 07, 2010

Un día de Feria



Anduvo sereno todo el tiempo, como a cámara lenta, sublimado por ese mar de dudas que le había asaltado desde que apretó el gatillo. Si ahora le preguntaras qué se oía en la feria, con cuantas niñas inocentes se cruzó de camino a la naumaquia de los enanos, si estaba nublado o todo lo empañaba el olor dulzón de las palomitas y el algodón de azucar, sencillamente no sabría qué demonios contestar.

Pero lo más probable es que te hubiera descerrajado otro par de tiros. Por preguntar chorradas.



"Mi pez de color se queda fijo mirando con ojos acuosos el hemisferio de mi pena".


Charles Bukowski

martes, febrero 23, 2010

Amores perros

- Ahora tengo que irme...¿Querrás pomelos?, sí claro, no nos quedan, bueno, te cierro ¿Eh? te quedas aqui con la perrita. Es para que no ladre por toda la casa y eso , hala, no tardo nada. Pórtate bien.


Y se portó bien.



Las primeras cuatro horas se portó tan bien que hasta Karmele Marchante hubiese decidido compartir con él su yogurt desnatado. Pasado el cuarto día las cosas se volvieron algo confusas. Hubo ruidos extraños. Musica de vals venezolano, según algunos vecinos, y esa frase a todas horas, declamada con una vehemencia de carcelero nazi que en modo alguno pudieron asociar a su persona: ¡Pórtate bien!, un, dos, tres, ¡Pórtate bien!

La noticia fue la comidilla de todos esos programas en que los contertulios juran por Satán que son periodistas. Entrevistaron a los del grupo Tedax, a los bomberos y a hasta la cuadrilla de limpieza al completo. Todo el mundo quiso sacar tajada de aquella historia. A la señora Walsz le han abierto una pagina especial en Facebook donde aparecen imágenes de su portería. Su grupo tiene miles de admiradores. Adoran el modo en que frunce sus labios cuando lo imitaba en esos vídeos caseros.

A él nadie lo ha vuelto a ver. Sigue recluido en un centro residencial bajo los atentos cuidados de un primoroso equipo de médicos que intentan en vano descifrar sus cartas de amor. La perrita fue acogida por una familia que nada sabe de aquel suceso. "Es una monada", aseguran, "deberían verla cómo aulla cuando le ponemos el vals de Swanilda".

La caida. Capitulo II


Sigo contando las horas y no veo el momento de deshacerme de ese apéndice con Burka que me sigue a todas partes. Aqui un servidor intentando estudiar y haciendo como que no lo ve. Mi perrita Luna también pasa.

domingo, febrero 21, 2010

La caida. Capitulo I. Seccion 1ª


Por de pronto he decidido pertrecharme con todos los aparatos electrónicos que andan arrinconados por casa: básicamente el portatil, la PSP, el móvil, la radio, la tele, mi disco duro multimedia Iomega Screenplay HD 1 TB, y por supuesto los respectivos mandos y cargadores. Aburrirme no creo que me aburra pero el culo ya empieza a dolerme.

Y pensar que cuando volví a casa me preocupaba en qué ocupar tantas horas muertas durante la semana que he de guardar reposo conviviendo con esta criaturita. Debí suponer que este sería el resultado cuando vi la cara de la enfermera.

La caida. Capitulo I


Curiosamente esta fue la imagen que robé con mi móvil apenas unos minutos antes de la caída. Todavía no estoy seguro de por qué lo hice. La foto, quiero decir (caerme está claro que responde a una descoordinación motora congénita peligrosamente asociada a un estúpido arrojo urbano que me lleva a tomar atajos poco recomendables. De hecho estoy sopesando seriamente la posibilidad de ofrecer mis servicios al área de urbanismo del ayuntamiento: sería algo así como el dummy del mobiiario urbano). Fue como si algo en mí presagiara la pequeña catástrofe que se avecinaba y decidiera inmortalizar el momento para así poder recordar con cierto crédito documental la magnitud de mi propia estupidez. Vamos, lo que se suele llamar un "tonto l'haba".

viernes, enero 15, 2010

Recuerdos

Recuerdo mis manos pródigas y torpes, llenas de sueños de bolsillo atesorados sin esfuerzo, amontonados anarquicamente al dictado de una mente caprichosa, tal y como amontonan los niños sus absurdas colecciones de niño sin necesitar para ello mayor motivo que el que necesitamos los adultos para catalogarlo todo, caprichosamente también, me temo. Qué estupidos. Yo creo que en ese orden nos perdemos. Afortunadamente ya apenas me recuerdo. A mí mismo, quiero decir. En ese trance demencial de ser niño o no ser nada.