viernes, octubre 10, 2008

Maxwell cauldfield

Frente a mi ordenador es la una; la una y siete minutos de la mañana para cuando consigo amedrentar definitivamente esta duermevela . A estas horas "Couldfield" ya es "Cauldfield", palabra de google, y el tal Maxwell (¿Smart?) de cuya extraña asociación apenas logro zafarme ni sacar nada en claro, pasa a desvelarse ( para sonrojo de esta memoria mía de patchwork de papel maché), como Holden: Holden Cauldfield. El adolescente de El guardian entre el centeno.

No consigo dormir. Tengo los pies helados y la cabeza dispuesta pero no hay nada que hacer ni disposición propicia. Nisiquiera cierto atisbo de predisposición con sabor a promesas frescas. Sólo el vertigo y el sabor metálico de la sangre que el boxeador recuerda (¡qué bien encajaba los golpes!), y ella clavada en la orilla, sonámbula, escudriñando el océano y atenta a los susurros de la rompiente. Y yo aqui. A sus pies, mirándola; ora su rostro soliviantado ora el océano embravecido. Velando el malogrado sueño y anotando sus palabras que nadie entiende. Como a las caprichosas veleidades de esta memoria mia: Maxwell couldfield. La una y media. Otra noche sin dormir. De tí no sé nada.

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