sábado, marzo 31, 2007

Sube y punto.


Los hechos sucedieron más o menos así:

Un ascensor que se dispone a subir. Un servidor que se dispone a presionar uno de esos botoncitos tran monos que vienen en los ascensores y de los que nuestros hijos (es un decir) se chotearán en el futuro tal y como nosotros nos choteamos ahora cuando vemos el panel de control de alguna nave espacial de serie B setentera. El caso es que me disponía a subir cuando una pareja asoma precedida de un enorme carro lleno de todo tipo de artículos; cincuentones los dos y con cara de llegar tarde a casa para hacer ese pollo al chilindrón que tanto le gusta al nene los domingos y que no se emancipa ni a hostias.

- ¿Baja al parking? - me pregunta mama osa.
- No, lo siento, este ascensor sólo sube - y me quedo tan ancho.

La cara de papa oso parecía decir algo así como: "me pillas con treinta años menos y te hago un piercing con el ascensor", mezclado con algo de: "Te metía una mano de ostias, te rapaba al cero y pico y pala en la siberia, ¡Mamón!", pero claro, a lo mejor el hombre tiene el día cruzado - pensé entonces -, muchas compras, mucha prisa y un trasunto de nazareno vacilando en un ascensor.

Fue al cabo de media hora cuando cobré conciencia de que lo mío fue literalmente una vacilada que, visto retrospectivamente, debió darme la imagen de macarra pendenciero que justificara aquella cara de perro con juramento gitano por lo bajini que me dedicó aquel hombre. Resulta que el ascensor bajaba tan ricamente como subía, y todavía no sé de dónde coño saqué la inapelable certeza que debieron confundir con chulería del tipo: "este ascensor sube por que me sale a mi del tranco, y punto". ¿Dotes de convicción latentes que afloran en primavera? ¿Intimidará la pinta de chuck Norris con disentería que me ha dejado esta puñetera gripe intestinal? En todo caso, pa habernos matao.


jueves, marzo 29, 2007

"I can't take my eyes off of you"

PARA DORMIR EN PAZ



No temo el arraigo de la soledad

en el derrumbadero de las tardes,

ni el desvalimiento de la cólera

que destruye a traición nuestra esperanza,

ni el agudo entrechocar de la erosión

en la conciencia alerta de mis huesos,

sino tu eterna ausencia repentina,

más grave y más amarga que la muerte.


Alfredo Buxán



Grey's Anatomy




Premios:
- Globo de Oro a la mejor serie de televisión- drama en 2007.
-Sandra Oh también ganó el Globo de Oro 2006 a la Mejor Actriz secundaria de Serie Dramática.
- En 2006 tanto la serie como Patrick Dempsey ganaron los premios People´s Choice.


Curiosidades:
- En el año 2006 ha sido el programa más visto en los EE UU.
- Todos los episodios de la serie en versión original , tienen como título el nombre de una canción en inglés.
- Ellen Pompeo realizó un cameo en Friends donde interpretaba a una ex compañera de clase de Ross y Chaendler.
- El nombre de la serie está inspirado en 'Gray´s Anatomy', un prestigioso tratado de anatomía.

Récord:
En 2006 ha sido el programa más visto en Estados Unidos.


si todavía no la conoces...



...no sabes lo que te pierdes.

domingo, marzo 25, 2007

Viernes, bourbon y compasión.

"Al final sólo quedarán los que quepan sentados alrededor de un tambor."

W.G. Sebald



Ayer fue uno de esos días que esperas como un evento poco común. Como cuando de niño se desespera ante la inminencia de una noche de Reyes, o la víspera de un cumpleaños o de un viaje de itinerario laboriosamente programado. Ayer volví a oír el canto del hielo entre mis dedos; el humo y las palabras y la música, indiscernible ésta, y aquéllas, indisociable lo uno de lo otro cuando entras en uno de esos locales de moda donde la gente queda para tomar una copa y, aunque resulte paradójico, pretende hablar. Intentar hacerse escuchar es tan difícil que tan sólo aspiras a hacerte oír, a que tu interlocutor capte algo de entre el lodazal de palabras y frases lanzadas en todas direcciones y consiga interiorizarlo, encapsulados los dos en el artificio de esa burbuja ensordecedora que nos procuramos los seres humanos en nuestros momentos de ocio. Resulta confortable (mucho más en esos momentos) dejarse arrullar por la cadencia de una voz amiga. Una voz extraña de tan extrañada. Cobijarse en los silencios que apuntalan la muerte de algunas frases. Abandonarse en el añil de las mañanas de tantos recuerdos que ahora, el bourbon, la música, una voz, evocan con nueva luz. Esto tendríamos que repetirlo, viejo amigo. Es agradable, de vez en cuando, beber con alguien capaz de acercarse, sin prejuicios, a nuestra autocompasión.

sábado, marzo 17, 2007

Casi veinte años después

Sigo jugando a ser adulto. No es un juego que se me dé especialmente bien porque nunca se acaba de destacar en aquellas disciplinas para las que no se está llamado ni para las que jamás hemos mostrado la menor inclinación natural, si acaso en algún momento de nuestras vidas. A veces el empeño con que la vida te atrapa se traduce en ese perseverar, en esa nueva vuelta al tablero hastiado que no va a conseguir nada conmigo. Jamás. Con todo, me empeño en rodearme de toda la liturgia adulta que soy capaz de procurarme sin rebasar el límite que menoscaba mi inmadurez indomeñable. Sigo siendo un niño que no entiende, un niño que asiente como un adulto y mira de soslayo a los otros niños; a los que juegan a juegos de niños. Si bien es cierto que me obligo a diario no consigo evitar que la burda impostura de mis ademanes y composiciones adultas caigan en desgracia apenas las levanto con mis manos torpes de niño torpe. A veces ha resultado ser de gran ayuda cierto poso de gravedad que fondea en mis ojos al decir de quienes tuviesen la suficiente (infinita) paciencia como para comprobarlo, pero en realidad, esto no deja de ser puro artificio, efimeras pavesas de melancolia que se retuercen incandescentes tras el estrago de un incendio pasado que no logro recordar.
El azar, sin embargo, ha querido que este viernes, casi veite años después, un grupo de viejos amigos hayan decidido volver a reunirse sin el parapeto de un pupitre de por medio ni el pretexto de unas clases que habían de esclarecer nuestros futuros sombríos e inciertos, ofreciéndome así, sin ellos saberlo, un impagable respiro que me permitiera colgar mis falsas vestiduras de falso adulto.
Hubo una noche, pues, que propició el reencuentro donde se prodigaron risas desacompasadas, bocetos apresurados de vidas falsamente diseñadas, complicidades opacas que el paso de las horas volvió a enlucir con la honestidad de otros tiempos, viejas camaraderías y querencias, y desencuentros tan previsibles ahora como entonces. Hubo todo esto la noche en que constaté mi presente sombrío e incierto en sus ojos y en los mios, los ojos de una treintena de rostros desigualmente ajados por la mansedumbre de la carne para con el tiempo. Pudo haber mucho más, pero nunca lo hubo.