domingo, octubre 18, 2009

Talleres del buen vivir

Lo peor de apuntarse a un taller de escritura no es tener que constatar a través de los trabajos de los demás que te encuentras en una galaxia muy, muy lejana. Lo peor es la sensación de ser un friky que como ellos, orbita en los arrables del espacio interestelar propulsado por tus propios escritos. Os diré como funcionan estos sitios. Primero te cobran una pasta por la que esperas, por lo menos, ir de excursion con Vila-Matas o tomar el vermout con Ray Loriga a la sombra de unas palmeritas. Luego te endosan un montón de normas técnicas para poder conectarte via listas de correo y chat con el resto de la manada. Luego los mensajitos de presentación, buen rollo, a por el Planeta y todas esas cosas. Finalmente unas cuantas páginas en formato PDF: el temario de la semana y ¡hala!, ya pueden ustedes escribir todas las paridas que se les ocurran. Y no hay que preocuparse, no importa lo mal que lo hagas o lo infumable que sea lo que se lee. Ellos siempre te animan porque tienen sus hipotecas y ya no hay buenas series de humor en televisión; de algo tienen que reír. Me consta que nuestro material es realmente bueno para eso. Y es que no cuesta trabajo imaginar las reuniones de profesores intercambiando textos y descojonandose a nuestra costa. Es o no es un buen negocio. Si es que mientras haya tontos...

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