miércoles, agosto 08, 2007

"Almost blue"

La puerta se deshizo en quejumbrosas e imaginarias genuflexiones a su llegada, cuando le franqueó el paso tras girar sobre sus goznes. El tintineo alegre de las llaves sobre el cenicero que reposaba en la mesita del vestíbulo también parecía responder a una coreografía repetida miles de veces, una suerte de preludio exclusivamente consagrado al descanso del guerrero. Dejó las maletas en el suelo y la bolsa de mano sobre el sofá del salón. Nadie estaba en casa; el silencio no podía ser menos elocuente. Decidió que aquel era un momento perfecto para alegrar el cuerpo. Solo una, nada más. Sin encender las luces se dirigió a la cocina. Hielo y un poco de bourbon de su destilería escocesa preferida. Aflojó el nudo de su corbata de nubes: una excentricidad sin más explicación que el amor de una cria de doce años que ahorró lo suficiente para su cumpleaños. Se deshizo de su americana lanzándola sobre el respaldo del mismo sillón y salió a la terraza con el vaso de trago largo en la mano izquierda y un cigarrillo de los que todavía permanecían en su escondrijo de la despensa en la derecha. Julia debía tener guardia aquella noche y seguramente le habría dejado alguna de sus famosas notas de colores en alguna parte, luego la buscaría. Los crios con los suegros con toda seguridad. Sopesó la posibilidad de llamarlos para darles las buenas noches justo antes de que su Omega Seamaster Professional 300 M le disuadiera de lo intempestivo de semejante decisión. Ahora, contra todo pronóstico, la noche entera para él, acodado en el antepecho de la terraza. Ecos extraños de su ciudad entreverados por los de otras ciudades aún más extraños que todavía reverberaban en su cabeza. Enciende el cigarrillo con una de las cerillas del Continental que todavía andan por sus bolsillos y se sienta en el suelo dando la espalda a los balaustres, inhalando la primera bocanada de humo desde que llegó a Madrid. Suena Chet Baker en el piso de al lado, concretamente "It's always you". Parece que los vecinos están celebrando una de esas fiestas deliberadamente poco pretenciosas que siempre le han parecido ridículas, precisamente porque acaban resultando demasiado pretenciosas. Algo así como las bodas que se preveen y anuncian íntimas y acaban congregando a cientos de invitados. Las bodas, su boda...Ya no recordaba nada de cuanto Julia creía compartir en ese imaginario íntimo que las parejas cultivan durante su existencia. A veces una pregunta comprometida había estado a punto de poner al descubierto esa carencia imperdonable y solo una rápida ocurrencia o una socorrida galantería (que por trasnochada ya resultaba cómica también) habían evitado un desastre mayor.
Se oyen voces de gente conversando. El ruido que los grupos humanos generan a su alrededor a veces puede llegar a ser verdaderamente insufrible. Eso mismo debe pensar la chica que ahora ha salido a la terraza. Parece joven, la oscuridad no permite aventurar si demasiado. Cierra la puerta corredera tras de sí y el ruido vuelve a difuminarse como el rumor de un río que perdura tenuemente mientras se aleja. La muchacha parece aguardar en la penumbra el veredicto de un juicio sumario. La brasa de su cigarrillo ilumina un instante su rostro que se revela cansado y grave. Avanza hasta acodarse en el antepecho de la azotea y exhala un par de bocanadas de humo justo antes de deshecerse en un mar de sollozos que apenas puede sofocar tapándose la boca con el dorso de la mano. Se oyen risas y aplausos y de nuevo una risa de mujer que, desacompasada y estentórea, se impone al resto del grupo. El bueno de Chet Ha pasado de "My funny Valentine" a "Almost blue" y algo parece retorcerse dentro de la joven de la terraza, inclinada y convulsa. Alguien, una sombra de hechuras masculinas, se asoma a la terraza y la reclama en un aparte cariñoso y complice. El hombre, que le recuerda a su vecino, se acerca susurrante a la muchacha, esgrimiendo un tono de voz conciliador que apenas se muestra recriminatorio en un par de tímidas ocasiones. La muchacha vuelve el rostro cuando las manos del hombre lo buscan y esa caricia se pierde en el aire frio de la noche como todas las promesas acaban perdiendo las esperanzas que las alientan. La muchacha se limpia la cara con un kleenex que aparece como por ensalmo y vuelve a entrar en el piso de forma apresurada. El hombre mira al cielo y hunde los hombros; se gira y descubre a su vecino sentado ahí al lado, en silencio, presenciando esa escena absurda entre sombras que apenas permiten adivinar la conjura de cábalas que andarán a tientas por su cabeza. Aparta la mirada que se intuye vehemente y decide aguardar unos segundos antes de recomponer el porte (de anfitrión al menos) y sumarse a la fiesta.
El hielo parece quebrarse en un llanto interminable mientras se deshace ahora, en este silencio casi perfecto, inaudible, a buen seguro, para todo bebedor impaciente. Será mejor entrar y prepararse otra copa, resuelve, mientras comprueba lo mal que combinan la edad de sus articulaciones y determinadas posturas, y lo bien que combina con todo la trompeta del viejo Chet.





Almost blue

Almost doing things we used to do

There's a girl here and she's almost you

Almost

All the things that your eyes once promised

I see in hers too

Now your eyes are red from crying


Almost blue

Flirting with this disaster became me

It named me as the fool who only aimed to be


Almost blue

It's almost touching it will almost do

There's a part of me that's always true... always

Not all good things come to an end now, it is only a chosen few

I have seen such an unhappy couple


Almost me

Almost you

Almost blue

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