viernes, agosto 24, 2007

noches extrañas

Son las dos de la mañana. Algo más tarde en realidad. No consigo conciliar el sueño; no consigo conciliar nada últimamente. Esta noche no debería ser diferente de otras noches, pero esta noche no se parece a ninguna otra. En la radio no dicen nada que no vuelvan a repetir mañana y que no hayan repetido ya hasta la saciedad, una y otra vez, como si a el desvelo de mi condena ahora se sumase la pena de revivirlo todo, de recordarlo todo, ¡yo!, que nunca recordé nada de cuanto quise recordar. Hay un frío extraño en la habitación desde que mi gato murió, desde que no espera, hecho un ovillo sobre su baúl, esas extrañas visitas mías de fantasma desorientado que se abisma frente al monitor durante horas, todas las noches, suplantando el calor de un amigo que sencillamente no está. Yo creo que se hartó de tanta soledad, de mis caricias tan poco pródigas, de mis intempestivas visitas al ordenador que preside y reina este cuarto y con el que , por fin lo había comprendido, nunca pudo competir. Se fue con el mismo sigilo que gobernaron sus días de convidado de piedra. Y me dejó aqui, y ahora, quizá para recordarme que todos se van, incluso los que se quedan.

No hay comentarios.: