sábado, marzo 21, 2009

Desde mi orilla

"Y cuando murió comprendí que yo no lloraba por él sino por todas las cosas que hacía. Lloraba porque nunca volvería a hacerlas".
Farenhait 451 - Ray Bradbury




Esta conversación tampoco tuvo lugar.

Un atardecer sin pretensiones. Un padre. Un hijo. Una playa y un par de cervezas.


- Padre, quisiera decirte que ha estado bien.

- ...

- Quizás un par de abrazos y de conversaciones sí nos quedaron pendientes. Consejos no.

-...

-Una charla al menos. Una de esas charlas en las que yo empiezo tartamudeando y dibujando círculos en el suelo con una rama que nadie sabe de dónde ha salido y que tu terminas con la mano sobre mi hombro, perdonándome la vida que me ofrecistes y que yo consumo con desgana, desarmándome con una de esas sonrisas silentes capaz de descifrar cualquier enigma.

-...

- Pero ha estado bien. En serio. Quiero que sepas que lo has hecho bien. Que cada cual es como es y que entiendo que yo tampoco he estado..., en fin, ya sabes..., a lo mejor yo tampoco...seguro que no.

-...

- Pero tú sí, ya me entiendes, no sé,...nunca se me han dado bien estas cosas, los finales abiertos, quiero decir. Ya sabes, ¿qué hubiera pasado si...

-...

- ...Uno empieza a reprocharse cosas y es como clavar a ciegas el primer tronco de una larga empalizada que nos aisla de todo, en esta orilla en que me dejas, por ejemplo, en esta playa que no se acaba donde he resuelto esperarte. No pasa nada. En serio. Lo has hecho bien. Quiero que sepas que lo has hecho bien.

-...

- Estaré aquí, intentando recordarlo todo. Ahora anochece. En esta playa donde nunca pasará nada. Ahora sí, te dejo marchar.