viernes, diciembre 23, 2005

Compañeros

Ultimamente tengo algo desatendido este blog mío por el el que tanto me dejaba caer apenas hace un mes. Todo pasa: soy un hombre de pasiones breves, supongo. Prometo enmendar esta desidia transitoria y qué mejor forma que dejando unas líneas sobre las horas recién acaecidas.
Hoy he pasado la tarde con Tomeu, un viejo compañero de la facultad que ejerce y hace honor a la profesión. Es fisioterapeuta y ahora estudia osteopatía. Yo también lo soy pero sólo sobre el papel. De hecho hemos pasado toda la tarde hablando de articulaciones, la charnela dorsolumbar y cosas por el estilo. La verdad es que había momentos en que debía esforzarme por desempolvar a la carrera mis viejos y enmohecidos conocimientos de anatomía y fisiología. La pasión con que compartía conmigo todos sus adelantos y experiencias de este año era algo que sobrecogía en cierta forma. De nuevo esa pasión que tanto echaría en falta si alguna vez la hubiera experimentado. Creo que estuve cerca alguna vez. Sigo buscando...y escucho a Tomeu con las manos cruzadas sobre el mantel, jugueteando con el café, tratando de minimizar, de espaciar las miradas que a veces dirijo hacia la camarera que se encarga de nuestra mesa. La camarera se acerca con la carta de los postres. Cuando habla su acento balear se agudiza y entonces Tomeu, que también es de Mallorca, olvida el cuerpo humano y se centra en el de aquella divinidad. La mira a los ojos sonriendo y pregunta si es de ses illes. Ella asiente sorprendida como si mi amigo acabara de sacar un conejo de la chistera. Yo desaparezco mimetizándome con el entorno, esperando con una sonrisa estúpida a que sus ojos verdes se dignen caer sobre mí, siquiera sea por cortesía. Fue un minuto mágico que llenó toda mi tarde.
Ha sido una velada agradable, me digo. Me gustó charlar con mi viejo amigo, me digo también. Pero hoy hubiera dado algo por ser de Mallorca, la verdad.

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