miércoles, julio 26, 2006

I have a dream


Son las 3:34. Llevo media hora intentando desvelarme frente al monitor para no retomar el horrible sueño que me ha levantado de la cama. Os haré un breve extracto: salgo a la calle con cuatro o cinco amigos tras despedirme de un grupo de chicas que supongo son nuestras respectivas (curiosamente visto una extraña bata verde sobre la que pongo un abrigo o algo parecido). Parto de un local lleno de gente pero no recuerdo bien si era un bar o una fiesta privada. Al poco tiempo y tras dar una vuelta a la manzana nos internarmos en lo que parece, en un principio un grupo de curiosos que se arremolina en torno a algo. Vemos como alguien golpea en la cara con una porra a un chico alto que resulta ser un guardia urbano, al que se le zarandea del brazo conminándole a que avance junto con el resto del grupo, que ya no me parecen tan sólo curiosos. Se oye una voz que asegura que él también debe obedecerles. Como si su autoridad estuviera por debajo de la de quien le ha agredido. Poco a poco, en nuestro errático avance por entre las calles se van añadiendo otros grupos de personas que parecen tan desconcertados como nosotros y finalmente, cuando por fin empezamos a ver claro que somos como ovejas camino del matadero, seres condenados que muy posiblemente van a perder la vida por algún absurdo y caprichoso arbitrio de nuestros secuestradores, es entonces cuando nos asaltan los nervios. El grupo empieza a volverse mínimamente incontrolable. Surgen las voces de los primeros disidentes. Se oye ruido de pelea en alguna calle vecina, pero no el fragor de una pelea multitudinaria sino más bien el ajusticiamiento indiscriminado de algún pobre diablo que se ha atrevido, aquí y allá (van surgiendo poco a poco), a rebelarse. Por fin llega mi turno. Ahora estoy sólo. Aparece mi ocasión y trato de buscar una vía de escape. Aparece tras de mí un tipo uniformado que me apunta con una pistola. La situación es tan clara que nadie necesita hacer preguntas, simplemente corro rezando para que todavía no tenga cargada y amartillada el arma.
Creo que todo acaba conmigo dentro de un edificio abandonado, subiendo a la carrera por una escalera con mi perseguidor pisándome los talones. Ahí acabó todo. Abro los ojos y salvo el pellejo (sudoroso).
Supongo que sólo es un estúpido sueño que me pareció demasiado real. Pero estoy seguro de que algo muy parecido ha debido repetirse en muchos lugares durante demasiado tiempo. Empieza así. Eliminan todo aquello que no pueden controlar. Demasiada gente como para poder discriminar el grano de la paja, así que propagan el miedo como si un fuego incontrolable se hubiese desatado. Somos vulnerables, tan frágiles que da miedo pensar lo fácil que puede resultarle a cualquier malnacido desmontar el decorado en el que tanto llevamos invertido. Es una cuestión de equilibrio, un milagro sin testigos el que todo siga igual, un día más.

No hay comentarios.: