miércoles, septiembre 12, 2007

Sondre Lerche


No he estado nunca en Noruega. No he estado nunca en ningún sitio. Esto debería entristecer a quien hiciera de la frase un reproche, pero yo lo considero una simple constatación. He aprendido a aceptar esta deshubicación crónica con la misma serenidad que se arropa en la mirada de los enfermos que al fin transigen y resuelven dar su primer paso. No he estado nunca en Noruega, decía, y eso es lo primero que pensé al saber de la existencia de Sondre Lerche, que nació allí pero no parece ejercer de noruego al uso, ya que ni canta en noruego ni recita a Ibsen en su camerino, pero allí nadie le niega el saludo por eso, ni por supuesto le niegan nada. Dicen que combina o alterna con éxito pop, folk, indie, rock, jazz y sicodelia. Yo sería incapaz de definir cualquiera de estos géneros musicales pero a Sondre, con tan sólo veinticuatro años y cuatro álbumes a sus espaldas, ya le comparan con Elvis Costello y aseguran que es "el mejor cantante que ha dado escandinavia en muchos años". Leo sobre sus hazañas musicales junto a su banda: Faces Down Quartet. Escucho algunos de los temas de Duper sessions y lamento no tener un bourbon que meterme entre pecho y espalda, porque es la mejor ayahuasca casera que conozco para este tipo de viajes. Solo me queda cerrar los ojos para poder colarme en ese garito oscuro y cargado donde el contrabajo y la voz de Sondre hacen las veces de mantra, también casero. Hace unas horas también he leido algo relativo a las treinta y ocho películas que constituyen la retrospectiva Fiebre helada-el nuevo cine nórdico, que este año podrá verse en el festival de san Sebastián. Allí tampoco voy a ir, es lo primero que me ha venido a la cabeza. Ha sido justo después de terminar un relato de Vila-matas, Así son los autistas, donde un funcionario de correos al que diagnostican un autismo tardió durante su periodo de convalecencia, decide viajar por primera vez, a Estocolmo, precisamente para superar el síndrome de Estocolmo que le supone esa dependencia enfermiza que profesa por la doctora Cadet y de paso superar sus graves limitaciones relacionales. Creo que Vila-matas ha conseguido remover demasiadas cosas en mi cabeza y no consigo ver el sentido de tanta exaltación Kafkiana. Escucho Track you down y me imagino al volante de la camioneta de Broke Back mountain, la camioneta GMC Half-Ton de 1950 que condujera en el film Jake Gillenhaal, pero con el tal Sondre de copiloto. Conduciendo por un paraje nevado, a traves de un camino donde la nieve y las rodaduras de los coches se combinan de la peor manera posible. Sondre canta y toca la guitarra con los pies apoyados en el salpicadero. Anímate, parece decirme, estamos en Noruega, conozco Noruega, nací en Noruega. Vila-matas permanece recostado entre las mantas y los aparejos de pesca en la parte trasera. Sigue con el ceño fruncido y la mirada severamente perdida y sujeta a cada detalle de las montañas que vamos dejando atrás. Ha jurado no dirigirnos la palabra y se niega a pescar salmones ni en el rio Argard ni en ningún otro sitio. Insiste en volver a San Sebastian a ver esa nórdica retrospectiva o algo de Godard que tanto le fascina, y asegura que se encerrará en su habitación del hotel Sjoasen hasta que se nos pase esta fiebre absurda por explorar los abismos.

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