domingo, julio 17, 2005

Gran Prix




Sí, sí, ya sé lo que deben andar pensando: "Otro gilipollas que sigue el gran prix". Pues no, ni muerto me trago al Ramontxu ese. Los motivos por los que adolezco de cierta gilipollez mental no se deben a este programa televisivo y tampoco vienen al caso. De hecho su visionado hubiera agrabado enormemente mi ya maltrecha capacidad cognitiva y mi neurólogo me tiene rigurosamente prohibido tratar de asimilar conceptos para los que, sencillamente, no estoy preparado. En fin, al turrón, el caso es que esta mañana he pasado por casa de mi vecina para hacerle algunos arreglos en el jardín (abstenerse de hacer chistes fáciles). Lo había pospuesto durante demasiado tiempo (por que ella lo vale) y estando como estoy de vacaciones (aunque sea mi último día) me parecía impropio de una persona de mi condición moral hacerme el sueco en plan Acebes (Angel no Octavio) cuando se le pregunta por el 11M y la participación de ETA en el evento.


Total, que ya me ven ustedes pertrechado de toda suerte de herramientas, bolsas y escalera de ocho peldaños dispuesto a cruzar el saloncito de la Angelita , que es como se llama mi señora vecina, caminito de su florido patio cuando me percato de que la familia (es un decir: una niña despeinada y muda, creo, en camisón, creo, bostezando cada treinta segundos y rascándose cada diez; la abuela, supongo, con un peinadito afro, unas gafas de culo de botella anís el mono y una bata estampada ideal para camuflarse en una casa de guarrillas; el perro que no responde ni por su nombre, de raza inclasificable, rascándose compulsivamente y obligándome de paso a que deje la escalera para empezar a rascarme yo a mi vez, y la Angelita que me dice buenos días agitando el brazo- es que no ve muy bien- y soltando espumarajos de leche con "Golden Grahams", que la pierden) está de buena mañana frente al televisor, partiéndose de la risa con unos tíos vestidos de boya incapaces de mantenerse en pie. Imáginen mi desconcierto. Yo que pensaba que nadie en su sano juicio era capaz de perder cinco minutos de su vida ante semejante bodrio televisivo y justo a escasos metros de mi casa... de nuevo ¡El Horror!

Y es que algo debe tener el agua cuando la bendicen, digo yo. Porque el programita de marras lleva once años en televisión, que es la edad mental que yo le echo al que se aficiona a verla. En cambio series de televisión de reconocido prestigio como Everwood, son eliminadas de la parrilla televisiva sin miramientos, partiendo por la mitad la emisión de la que ya era su tercera temporada, aludiendo a escasos índices de audiencia (léase: necesitamos el mismo número de mendrugos que babean con el "gran prix"). Es lo que tiene aficionarse a series de television: debes encomendarte a todos los santos y rezar para que la contraprogramación o el dichoso "share" no te deje tirado (pero eso es otra historia). Desde aquí hago un llamamiento para que, de una vez por todas, el españolito televidente se anime y se proponga hacer un esfuerzo televisivo (tal vez supremo), para evolucionar sobremanera y así alcanzar la siguiente fase, el próximo estadio evolutivo que le convierta realmente en un H. Sapiens Sapiens. Repitan conmigo en voz alta, muchas veces y seguiditas la palabra "Sapiens". Pues eso.
Desgraciadamente, al Jonhatan y al Richal, hermanos (pa qué negarlo) ya no hay quien los desenganche del gran prix. Fueron criados, al decir de su santa madre, "con leche materna y el Gran prix hasta que me cumlieron los 18". Actualmente apenas se les ve por el barrio. Algunos vecinos dicen que los han visto turnarse para ir al Condis a por pilas para el mando, ya que la mayor parte del día andan viendo reposiciones de temporadas anteriores. Se han presentado al casting 317 veces pero al final siempre los han echado para atrás porque son demasiado inteligentes para concursar. Parece ser que no dan el perfil. Tócate los cojones.

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