miércoles, julio 20, 2005

La mala educación

No amiguetes, no. esto no va de la última majadería fílmica de la locaza manchega. Esto es simplemente una reflexión metafisicocárnica de las mías, mismamente (pa cagalse, vamos). Pues resulta que estaba yo en un tren "camino de" o de "vuelta de" (practicamente vivo en un vagón de tren) cuando el destino me ha señalado para situarme en la encrucijada que todo hombre debe acometer en algún momento de su vida: ceder o no ceder el asiento al prójimo. La solución es sencilla cuando uno se limita a contemplar a éste como la abstracción social que es. Un pringao que ha llegado tarde, un cuerpo (hay pocos, la mayoría son bultos) que expele, transpira, aveces incluso rezuma sustancias que no aparecen ni en la tabla periódica de los elementos, un mostrenco que cabecea y ronca durante el trayecto, algunos incluso hablan, o ya directamente insultan. Que te ponen la pierna, la cabeza o cualquier otro apéndice encima a la que te descuidas. Que graznan una especie de rugido cavernoso, fétido y cazallero a modo de disculpa cuando consigues despertarles sacudiendotelos o chascando la lengua quinientas veces (que pareces un pastor con tics maxilofaciales por un subidón pastillero). Hasta aquí todos de acuerdo pero ¿qué hacer cuando es una fémina quien nos pone ojitos lánguidos? Ahí la cosa ya cambia y a no ser que seamos uno de los especímenes de cuya pormenorizada descripción ya he dado cuenta, lo normal, queridos míos, es ceder caballerosamente el asiento siempre y cuando se den algunas de las siguientes condiciones:
A) La señora es amorfa.
B) La señora esta que se cae de vieja.
C) La señora está embarazada.
D) La señora presenta una caprichosa combinación de cualquiera de las anteriores condiciones.
E) La señora no se sabe si es señora o señor pero lleva pendientes y falda (dejarlo correr si esta es a cuadros y por las cercanías divisáis alguna gaita).
F) La señora está que te cagas de buena y tú le cedes el asiento porque sí (vaya a ser que suene la flauta y ella te ceda otra cosa).

El único problema que le veo yo a esto es cuando se confunden o solapan dichas condiciones, cosa que desgraciadamente ocurre en muchas ocasiones. Por ejemplo cuando la señora parece embarazada pero en realidad es amorfa, o cuando crees que es muy mayor pero en realidad es más joven que tú aunque parezca curradísima, o cuando dudas si es un perico porque la señora tiene bello para gastar el sueldo en Gillettes y no sabes si es un fulano en plan andrógino o una licántropa de Parla ¿Qué hacer entonces? ¡Ah! Ahí os quiero ver luciendo buenos modales. ¡Con un par! ¿hay que jugársela y probar suerte o nos hacemos los locos? Os propongo unas cuantas soluciones para salir del lío:
A) Lleva siempre un libro contigo, puede ayudarte a pasar desapercibido. Ideal si el libro trata sobre algún tema que eche pa trás ("la esquizofrenia y yo", "Cómo encontrar curro al salir del talego" "Cómo castrar con las muelas del juicio", etc).
B) Llevar gafas de sol y poner cara de tio duro con ganas de sacar la mano a pasear, rollo B. Willis o S. Seagal.
C) Hacerte el dormido.
D) Simular tics y hablar sólo (nunca falla aunque hay peña que ni por esas)
E) El último recurso: No te laves. Si ya eres de los que sigues esta norma persevera y expulsa algunos gasecillos a tu alrededor, que se note tu "efecto Axe".
Esto ha sido todo, amiguetes.

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