miércoles, julio 27, 2005

Pórtico



Sé que no debería destripar el final de este libro. Sé que no es muy correcto empezar la casa por el tejado. Pero aquí soy yo quien ordena y manda, y como de todas maneras no lo va a leer nadie... pos eso. La cuestión es que hoy he acabado este libro (lo que no encierra demasiado mérito por mi parte porque la verdad es que se lee sólo) y el final me ha sorprendido gratamente por dos razones. La primera porque es un final que se agradece en tanto en cuanto consigue sorprenderte, y lo hace de un modo sencillo, tal vez, porque el propio género así lo exige (debo reconocer que no soy un ávido lector de inveteradas inclinaciones literarias en lo que al género fantástico se refiere y tal vez por ello mi grata impresión por esta o cualquier otra lectura de similares características no encierra más misterio que el que pueda contener la sonrisa de un niño en un parque de atracciones). La segunda razón es porque un final así te enfrenta a una situación inimaginable dentro de nuestras mundanas pautas referenciales, por lo que exige un esfuerzo mayor, si cabe, por empatizar con el protagonista de la historia. Que sí, que sí, que se me va la pinza por momentos, muchos sorrys para todos. Permitidme que os ponga en situación:

"Robinette Broadhead es el nombre del protagonista de esta novela, trabaja en las minas de alimentos y le toca la lotería. Con el dinero que ha ganado invierte en un viaje a Pórtico, una estación espacial alienígena abandonada, que contiene maquinaria extraterrestre totalmente incomprensible para los seres humanos, entre la que se encuentran unas naves que todavía funcionan. Cada viaje es tentar a la suerte, porque el destino puede que sea una estrella nova, un agujero negro, y en el mejor de los casos, un planeta inexplorado. Los pilotos que suben a las naves saben que tienen muchas posibilidades de no volver, pero también saben que cualquier hallazgo que realicen puede reportarles la riqueza para toda su vida. Este es el marco en el que se desarrolla una de las novelas mas interesantes de la ciencia ficción. " (texto extraido de aquí)

Afoto del autor: Frederik Pohl

La verdad es que una vez leido esto, muchos de vosotros optarán por pasar el día haciendo labores de mayor enjundia, como por ejemplo limpiar la pecera o directamente pasar a la "rascada gonadal" frente al televisor, que es un deporte patrio muy nuestro al que por nada del mundo quisiera que renunciaseis. La cuestión es que (volviendo al destripe original) nuestro amigo Robinette pierde el amor de su vida por culpa de un accidente del que es responsable en gran medida. En uno de esos viajes varias naves acaban aproximándose peligrosamente a la órbita de una de esas peculiaridades llamadas agujeros negros y debido al susodicho accidente la nave de Rob es la única que vuelve a casa. La paradoja reside en que al llegar a Pórtico había transcurrido un año para los habitantes de la estación espacial, y tan sólo unas semanas para Rob. A su llegada éste es colmado de gloria y de las bonificaciones acordes con los descubrimientos reportados por el viaje. Pasan los años y Rob, pese a nadar en la abundancia, no puede dejar de sentirse culpable por la pérdida de Klara (nos ha jodido), que sigue vagando en algún lugar del espacio junto al resto de la malograda tripulación. Esperando ayuda inutilmente y consciente de que ha sido traicionada, relegada, abandonada por Rob, presa eternamente, en definitiva, de una distorsion espacio-temporal (no me obliguen a entrar en detalles que me pierdo) que la mantiene anclada en algún lugar del espacio mientras Rob envejece a años luz de distancia. ¿Os imaginanáis lo que debe sentirse con tu media naranja a años luz de distancia, no acabando nunca de morir, ni de envejecer? ¿Es posible imaginar que mientras transcurre toda tu vida (culpabilizándote por la pérdida de alguien que ni siquiera ha muerto y de la que, por tanto, jamás puedes desvincularte emocionalmente del todo) para ella sólo están transcurriendo unos minutos, tal vez horas de angustia e incertidumbre? Pa cagalse ¿sí o sí?. ¡Ya ves neng!


Así me temo que sus habéis quedao (digo yo que el de la manita andará pensando que a la piva el pecho le cuelga un poco y el de el pantalón rojo tal vez se haga ilusiones con la piva, que ya la véis, ni siente ni padece), víctimas de esta otra paradoja más familiar: la "espacio-cogorzal", otro día la abordaremos como es debido, que no tengo el cuerpo para tanta metafísica.

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